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Muerte y vida de las grandes ciudades
Sebastian Villanueva
Se analiza en la Muerte y vida de las grandes ciudades un analisis de cómo funcionanlas ciudades a escala microscópica, escala urbanística. Habla de la abundancia de pequeños comercios, al contacto casual en las aceras y a las ventanas en plantas inferiores como principales garantesde la seguridad en las calles y plazas. Pequeños elementos para grandes objetivos. Aboga por favorecer los usos infantiles en el espacio urbano adelantándose décadas a iniciativas revolucionariascomo Ciudad de jardín de los ninos, o pone al descubierto la necesidad a toda costa de parques desentrañando de una manera precisa las condiciones necesarias para que los parques sumen calidad de vida yno representen una amenaza para la seguridad de los barrios.
Jacobs nos habla de cómo la única garantía de éxito de nuestros barrios y ciudades es el fomento de la diversidad de usos. Mezcla deusos primarios: oficinas, vivienda, cultura, ocio, parques… es una de las claves para que los barrios sean ricos en actividad y no acaben declinando. Junto a ello, aboga por la densidad, algo de lo quese vuelve a hablar ahora pero que en ciertas ciudades sigue siendo anatema. Jacobs razona cómo no son sostenibles los pequeños comercios en barrios que no sean lo suficientemente densos, y que sin elpequeño comercio las aceras no están pobladas, y sin gente en las aceras los barrios se convierten en inseguros, y así la vida de sus habitantes, de casa al auto, del auto a casa, se empobrece.Jacobs habla de los factores destructivos de la diversidad y de la vida en la ciudad. Las cicatrices: vías de tren, autopistas, “escalextric”, parques mal diseñados, riberas de ríos descuidadas,muelles industriales… las llamadas “fronteras del vacío” pueden resultar letales al cortar la comunicación peatonal entre barrios.
“El único pecado que ha cometido cierta gente”, viene a decir Jacobs,...
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