Borges y Yo
de Jorge Luis Borges
EDUARDO GARCÍA DE ENTERRIA*
A Laura y Roberto Dromi
libro que firmó Borges fue un libro de poemas,
ELLosúltimo
conjurados (los conjurados, título del último de los
DESCARNADA,
EXQUISITA
DELICIA
* Provincia de Santander, 1923. Catedrático de
Derecho Administrativo.
poemas, son los suizos, conjurados por la libertad y la razón),
1985,fechado «en una de mis patrias», Ginebra, donde apenas unos meses después moriría. El mismo podría, sin duda,
haber extraído de esa reunión de signos una hermosa historia.
El libro es una descarnada, exquisita delicia. El espíritu de
Borges, ya casi concluida su depuración continuada, cuya
culminación había de llevarle ya (su luminosidad y su fragilidad cristalinas no le permitían seguiravanzando sin fractura)
al sepulcro, destila aquí alguna de sus más límpidas y alquitaradas gotas.
Pero no pretendo hablar de todo ese libro, que podría
tomarse —al menos por el hábito de dar un significado conclusivo y emblemático a las «últimas palabras» de un
vidente— como su testamento. Intento hacerlo sólo desde mi
simple sensibilidad de lector, al margen de cualquier tecnicismo, delprodigioso poema que abre al libro entero, «Cristo
en la cruz». Dicho desde el comienzo: considero este poema
como acaso el más alto de la poética de Borges y, sin duda,
como una de las cimas de la poesía en lengua española.
Entre nosotros ha tenido, por cierto, muy escaso eco la
poesía del gran argentino. La autocomplacencia de nuestra
propia «edad de plata», la conciencia, más de una vezdeclarada con explicitud, de que nuestra buena poesía de este siglo
constituye un raro conjunto inigualable, nos ha abroquelado,
quizá, nos ha insensibilizado de algún modo contra la espléndida poesía del mago Borges. Porque, en efecto, casi nada hay
en esta poesía semejante o analogable a la de nuestros grandes
románticos del 98, o a la del estremecido Juan Ramón, o a la
de toda la generación del27, o de las subsiguientes. Borges
poeta es tan radicalmente original como el Borges prosista,
tan difícilmente catalogable en escuelas o en genealogías, tan
singular que parece agotar él el género entero.
Encontramos en uno de sus prólogos (lux luminis, el
núcleo mismo y más intenso de su llama de luz) perfectamente
expresado el contraste entre su propia poesía y la corriente
poéticaque ha prevalecido en toda la literatura española de
este siglo en las dos orillas, corriente, por lo demás, tan poderosa y tan rica. En el que fue, probablemente (no pretendo
hacer oficio de bibliógrafo: soy un lector del público, no un
técnico, ya lo he indicado, y resulta completamente obvio), su
anterior libro de poemas respecto al que comentamos, La
cifra (Alianza Tres, Madrid, 1981, yparalelamente en Emecé,
Buenos Aires), Borges nos dice lo siguiente (que transcribo,
por parecerme tan importante, en su integridad):
«Al cabo de los años he comprendido que me está vedado
ensayar la cadencia mágica, la curiosa metáfora, la interjección, la obra sabiamente gobernada o de largo aliento. Mi
suerte es lo que suele denominarse poesía intelectual. La palabra es casi un oxímoron; elintelecto (la vigilia) piensa por
medio de abstracciones; la poesía (el sueño), por medio de
imágenes, de mitos o de fábulas. La poesía intelectual debe
entretejer gratamente esos dos procesos. Así lo hace Platón en
sus diálogos; así lo hace también Francis Bacon, en su enumeración de los ídolos de la tribu, del mercado, de la caverna y
del teatro. El maestro del género es, en mi opinión,Emerson;
también lo han ensayado, con diversa felicidad, Browning y
Frost, Unamuno y, me aseguran, Paul Valéry.
Admirable ejemplo de una poesía puramente verbal es la
siguiente estrofa de James Freyre:
Peregrina paloma imaginaria que
enardeces los últimos amores; alma de
luz, de música y de flores, peregrina
paloma imaginaria.
No quiere decir nada y a la manera de la música dice todo....
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