Brecha
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Foto Oscar Bonilla
Cuando los discapacitados no son invisibles para la sociedad, son tratados con piedad o con temor. También se los observa como superhéroes (cuando logran insertarse) o como absolutos inservibles (cuando no), dice una especialista en la materia. Entre esos polos, generalmente se mira para el costado cuando se habla de sus derechos ciudadanos y su acceso alespacio público y al laboral. A pesar de ello, se abren espacios.
El 7 de enero de 1980, con 17 años, Beatriz Pellizzari sufre un accidente de tránsito mientras viaja rumbo a Piriápolis en un ómnibus de Onda. Pierde a su compañero y queda postrada por un tiempo. Luego de más de un año de recuperación y dos de estudios, se va a Argentina por cuestiones económicas, egresa de la universidad ycomienza a trabajar, como psicóloga social, en el ámbito de la discapacidad. En 2000 es distinguida como emprendedora social de Ashoka, red mundial de emprendedores sociales con sede en Estados Unidos. Actualmente, además de ser esposa de Daniel y madre de Rocío, de 10 años, es ciudadana argentina. Preside desde Buenos Aires la ong La Usina, encargada de crear conciencia colectiva y promover uncambio de actitud en la opinión pública con respecto a la discapacidad. Estuvo en Montevideo y conversó con Brecha.
—¿Qué relación hay entre el accidente y tu vocación laboral?
—Nunca me imaginé que muchos años después del accidente fuera a trabajar en el ámbito de la discapacidad. Pasó mucho tiempo y logré superar la instancia concreta del accidente, hasta que en 1993 comencé a trabajar en elárea. Me dediqué siete años a hacer intermediación laboral de trabajadores con discapacidad motora o sensorial. Esa experiencia me dejó la comprensión de que la barrera más grande que tenemos que sortear es la cultural, porque todo lo demás tiene solución, aun en los países más pobres, siempre que se acepte a la persona desde su singularidad. Luego trabajé en el Estado argentino, sufrí suburocracia, renuncié, y junto a un grupo de colegas, de personas con discapacidad, de familiares y de personas que simplemente querían colaborar fundamos en 2002 La Usina, una organización civil sin fines de lucro.
—¿Por qué las barreras culturales son las más grandes?
—La peor barrera está en la mente y la mirada de cada persona. La indiferencia o la mirada distante se da por tres cuestiones. Una esla lástima o la piedad, que forman miradas que devalúan porque lo que están viendo es sólo el déficit y no todo lo que el otro tiene para dar. Por otro lado está la mirada cargada de miedo o temor, porque la discapacidad genera una angustia fundada en el desconocimiento absoluto del tema. Y finalmente está la mirada llena de impotencia, porque las personas que no tienen discapacidad no saben quéhacer y en general, por esa ignorancia, se angustian y no se vinculan.
—¿Se trata de falta de información más que de falta de solidaridad?
—El problema no es la falta de solidaridad sino que las personas no saben cómo actuar. En Argentina, en uno de cada cinco hogares vive una persona con discapacidad. Cuando vos vas a visitar esos hogares no ves a las personas con discapacidad, y esaspersonas tampoco están en la calle. Algo similar quizá ocurre en Uruguay. Se trata de un grupo de invisibles. Como no son vistos no se desarrolla un conjunto de bienes ni servicios para ellos y eso genera un círculo reproductivo.
Pero para que ellos puedan aportar hay que generar un espacio en el que las personas con discapacidad sean actores válidos. Crear espacios significa también concederles loscupos laborales que marca la ley.
—¿La responsabilidad de crear esos espacios es de la sociedad o de los gobiernos?
—Yo creo que la responsabilidad es colectiva. Incluso en el campo de la discapacidad las organizaciones son muy endogámicas y muchas veces les cuesta articular con otros actores. Con La Usina no participamos de la enorme cantidad de eventos que hay en Buenos Aires por año para...
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