Brenda tareas
La llamada “cultura de la muerte”, es una realidad que se ha implantado en la sociedad occidental posmoderna, por mucho que sus partidarios y constructores lo nieguen y noacepten tal denominación. Es irrefutable que nunca antes se había promovido la legalización de tantas prácticas destructoras de vidas humanas: aborto, eutanasia, manipulación de embriones… José RafaelSáez March Licenciado en Pedagogía. Psicopedagogo de Menores y Profesor de la UCV
No es que el aborto o la eutanasia sean algo nuevo bajo el sol. Lo que sí es una espantosa novedad es que, pese a lapaulatina evolución de la sociedad hacia la estima del derecho a la vida, ahora se reivindiquen tales barbaridades como legítimos derechos y se legalicen.
Existe un pequeño pero poderoso lobbypro-muerte, autoproclamado como progresista y avalado por el certificado de lo políticamente correcto. Un “progresismo” que es “regresismo”, puesto que anula algunos grandes logros de nuestra civilización ynos devuelve a estados de barbarie ya superados. Es triste y paradójico que, en la misma sociedad que tanta sensibilidad muestra frente a otros atentados a la vida, con sus “no a la guerra”, “no a lapena de muerte”, “no al comercio de armas” o “contra la violencia de género, tolerancia cero”, se esté extendiendo tal desprecio a la vida de los más inocentes e indefensos. Una incoherencia que vuelvea cuestionar el valor inviolable de toda vida humana. ¿Por qué este sinsentido? Profundicemos un poco en esa “cultura de la muerte”, en busca de sus causas, porque son éstas las que hay que abordar deforma preferente para rehacer una “cultura de la vida”. El activismo pro-vida anda empeñado –yo mismo colaboro todo lo que puedo– en luchar contra las tropelías que esta cultura destructiva inventadía tras día. Todo esto es necesario, sin duda alguna. Sin embargo, tanto esfuerzo parece chocar con un impenetrable muro de cemento armado, con un parapeto de conciencias endurecidas y embotadas,...
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