Breve Historia De La Literatura Española (Siglos Xviii-Xx) (Resumen)

El siglo XVIII

Feijoo (Ourense, 1676 – Oviedo, 1764)
Suele señalarse como inicio del siglo XVIII literario el 3 de septiembre de 1726, en que comenzó a venderse el primer tomo del “Teatro crítico universal” del Padre Benito Jerónimo Feijoo. Su autor era el mayorazgo de una familia hidalga orensana que, «por superior llamamiento», había profesado en la orden benedictina en 1690 y desde 1709permanecía vinculado al monasterio de San Vicente de Oviedo, ciudad donde residió siempre compartiendo la docencia universitaria.
El “Teatro crítico universal” (rematado en 1739) está formado por ocho volumenes de discursos varios en todo género de materias. Feijoo pretendía publicar unos trabajos misceláneos no muy extensos que divulgaran novedades científicas, reflexionaran sobre curiosidades dela vida natural o moral y, sobre todo, enmendaran los «errores comunes». Pero, a la vez, aquel tono personal y sencillo de la escritura, la ausencia de artificios lógicos grandilocuentes, la estrecha comunicación que se alcanza con el lector, estaban trazando las bases del «ensayo» moderno.
La obra siguiente de Feijoo fue los cinco tomos de “Cartas eruditas y curiosas” (1742-1760).
El lema deuna de ellas reza que «la elocuencia es naturaleza, no arte» y en esa convicción reside lo más moderno de quien pensaba que «sin la naturalidad no hay estilo».
En esa invención de un nuevo estilo de comunicación reside el mayor mérito de Feijoo cuyos «discursos» estéticos como «El no sé qué» y «Razón del gusto» han sido tan alabados: cifra el gusto en el «temperamento» y en la «aprensión», mientrasque considera que la razón última del placer estético -«el no sé qué»- es «primor misterioso que cuanto lisonjea al gusto, atormenta al entendimiento».
A cambio, su originalidad científica y su atrevimiento fueron limitados. Muchas de sus noticias provienen del Journal des Savants y de las jesuitas Mémoires de Trévoux, aunque le granjearon notoriedad sus observaciones sobre los eclipses, sobremilagros tan populares como el de la campana de Velilla o las flores de San Luis, sobre los misterios de las cuevas de Salamanca y Toledo.
Otras opiniones - como las favorables al trabajo rural que sustenta «Honra y provecho de la agricultura» o los moderados prejuicios sobre la nobleza ociosa en «La ociosidad desterrada y la milicia socorrida» y «Valor de la naturaleza e influjo de la sangre» olos apuntes en «Defensa de las mujeres»- le aproximaron a las preocupaciones reformistas que tanta importancia cobraron en los años posteriores a su muerte.


Diego de Torres Villarroel (Salamanca,  1694 – Salamanca,  1770)
Torres fue un hombre moderno en quien pudo convivir un cierto pesimismo barroco con el cinismo de un libertino intelectual y el cálculo propio de la conciencia burguesa. Enel prólogo a Correo del otro mundo decía que «yo no escribo para que aprendas (…) ¿qué se me da que tú seas estudiante o albañil? (...) Yo escribo porque no tengo dinero, ni dónde sacarlo». Y no debía irle mal porque, en 1737 , supo juntar 15.000 reales.
No eran majaderías las que escribía este hijo de librero que llegó a catedrático de Matemáticas en Salamanca, en 1754.
Conocía bien «a Cartesioy a Gassendi» y parece que no explicaba tan mal las matemáticas, pero, por supuesto, sus obras no fueron precisamente científicas sino parábolas satíricas.
Las más conocidas son las “Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte” (1727-1728), “Los desahuciados del mundo y de la gloria” (1736-1737) - que elogiaron mucho los reseñistas del “Diario de los Literatos”- y la“Barca de Aqueronte” (1743). Su gran éxito y, al cabo, la obra que le ha garantizado la posteridad fue el relato de su “Vida”, dividida en seis "trozos" que corresponden cada uno a una década y donde, con todo el material de su propia biografía, da forma a una novela picaresca, sin imitar como en otras de sus obras el estilo de Quevedo, sino mostrando un estilo más castizo, llano, espontáneo y...