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Una grotesca multitud recorre las calles nocturnas de una ciudad demoníaca apunto de estallar. Los edificios refulgentes, de líneas imposibles, acogen a la enfebrecida masa procesional bajo sus atrayentes rótulos. Tras los incontables ventanales, las siluetas bailan y bebenen continua algaraza, mientras, sobre las baldosas de la calle, el caos es indescriptible. Desde el fondo de la avenida hasta el plano más cercano, el ambiente se muestra atestado de rostros, en unasfixiante horror vacui. Pero no se trata de rostros convencionales sino de verdaderas máscaras sin asomo de humanidad. El tumulto se agolpa alrededor de un oscuro féretro, protagonista olvidado de laescena. Ha muerto un tal Oskar Panizza, y Georg Grosz quiere invitarnos a su increíble entierro. Traigan aguardiente...
El mismo Grosz dejó escrito: “En una calle extraña avanza de noche una procesióninfernal de figuras deshumanizadas, en sus rostros se reflejan el alcohol, la sífilis, la peste. Esta fue mi protesta contra una humanidad que se ha vuelto loca”. Ciertamente, los personajes de...
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