Bucay George Recuentos Para Demian
Demián
(Los cuentos que
contaba mi
analista)
Jorge Bucay
A mi hija Claudia
PRÓLOGO
Hace algunos años escribí, sin darme cuenta, una serie de
cartas que dirigía a una supuesta e imaginaria amiga llamada
Claudia. Esa serie terminaba con una carta que obviamente era
la última.
Algunos amigos que conocían este hobby y algunos pacientes
que sobrevaloraban su contenido, hicieron que medecidiera a
publicar lo que después se llamaría “CARTAS PARA CLAUDIA”.
Sería muy difícil para mí expresar mi gratitud para con todos
ellos: amigos y pacientes, a quienes les debo todos los placeres
devenidos de las sucesivas ediciones de aquel libro.
Quizás sea por aquellas satisfacciones, quizás sea por vanidad,
o quizás –lo dudo— sea porque finalmente haya encontrado algo
más para decir... locierto es que hoy, cinco años después,
vuelvo a sentarme ante una máquina de escribir para tipear
esto que aquí empieza: quizás mi segundo libro.
En los últimos años, mi tarea como terapeuta ha ido variando
más ostensiblemente que en toda la década anterior. Este viraje
sucedió, como casi todas las cosas importantes de mi vida, sin
que yo me diera acabada cuenta de lo que estaba sucediendo.
Undía, hablando con una colega con quien controlaba sus
pacientes, noté que venían a mi memoria infinitos relatos,
fábulas y anécdotas con las cuales yo explicaría a ese paciente a
quien no conocía, su actitud de vida.
Me di cuenta de que, a solas con mis pacientes, había recurrido
con frecuencia a esta manera de decir lo que deseaba.
Me di cuenta de cómo mis pacientes recordaban más mis
relatos quemis interpretaciones, ejercicios, o comentarios.
Recordé el impacto profundo de los relatos del modelo
Ericksoniano.
Me di cuenta, en suma, de que estaba utilizando cada vez más
una poderosa arma didáctica y por supuesto terapéutica.
Esto que hoy comienzo a escribir es una pequeña antología de
relatos antiquísimos algunos y contemporáneos otros, historias
tradicionales de todas las culturas, frasesy anécdotas más o
menos conocidas a las cuales decidí sumar algunos sucesos de
mi vida personal y unos pocos cuentos de mi propia inventiva,
sumados a –como no podían faltar— algunas humoradas que
me han contado y que repito a menudo (demasiado repito y
demasiado a menudo), a mis “pacientes” pacientes.
Sólo para que no sea tan fácil leerlos, agregué al principio o
final de cada relato (que apartir de ahora voy a llamar
indiscriminadamente “cuentos”) uno o dos párrafos, ilustrando
el uso que hago de estos cuentos en mi consultorio. No necesito
aclarar, creo, que este uso es sólo un ejemplo y que la sabiduría
encerrada en estos cuentos excede en mucho la aplicación
supuestamente dada en estos relatos.
Fue así, en la búsqueda de la manera de mostrar estos cuentos,
que inventé a Demián,como alguna vez inventé a Claudia.
En realidad Demián ya estaba inventado. De hecho es mi hijo,
el hermano mayor de Claudia. Y digo que lo inventé, porque ese
es el nombre que le puse al supuesto paciente que se ve
obligado –pobre— a soportar una y otra vez a ese terapeuta que
se parece demasiado a mí.
EL ELEFANTE ENCADENADO
—No puedo –le dije— ¡NO PUEDO!
—¿Seguro? –me preguntó el gordo.
—Sí, nadame gustaría más que poder sentarme frente a ella y
decirle lo que siento... pero sé que no puedo.
El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules de
consultorio, se sonrió, me miró a los ojos y bajando la voz (cosa
que hacía cada vez que quería ser escuchado atentamente), me
dijo:
—¿Me permites que te cuente algo?
Y mi silencio fue suficiente respuesta.
Jorge empezó a contar:
Cuandoyo era chico me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a
otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso,
tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y
hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba
sujeto solamente por una cadena...
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