Buenas
que se trata de una multiplicación, y
probablemente de que podría hacerla con
papel y lápiz o mentalmente. Tiene algún
vago conocimiento intuitivo del rangode
posibles resultados. Nada le habría costado
reconocer que, por ejemplo, 12.609 y 123
no son soluciones. Pero no hubiera
necesitado más tiempo para estar seguro
de que la respuesta no es 568.No le viene
a la mente una solución, y siente que
puede elegir entre hacer o no hacer elcálculo. Si no lo ha hecho aún, debería
intentar resolver ahora la multiplicación, o
al menos una parte deella.
Si lo hubiera hecho, habría experimentado
lo que es el pensamiento lento cuando se
disponía a hacerlo en una serie de pasos.
Primero habría tomado de la memoria el
programa cognitivo demultiplicación que
aprendió en la escuela, y luego lo habría
puesto en práctica. Hacer el cálculo es un
agobio. Habría sentido la molestia de
extraer mucho material de la memoria,
pues necesita encada paso saber por
dónde y adónde va, al tiempo que retiene
cada resultado. El proceso es un trabajo
mental: Deliberado, esforzado y ordenado;
un prototipo del pensamiento lento. El
cálculo no esalgo que sucede solo en su
mente; también su cuerpo está implicado.Sus músculos se tensan, su presión
sanguínea aumenta, y sus pulsaciones
aumentan. Alguien que mire de cerca sus
ojos mientrastrata de llevar a cabo la
operación, observará que sus pupilas se
dilatan. Sus pupilas vuelven a contraerse al
diámetro normal al terminar la tarea,
cuando encuentra la solución (que, por lo
demás,es 408), o cuando desiste.DOS SISTEMAS
Durante décadas, los psicólogos han
mostrado gran interés por dos modos de
pensamiento, representados
respectivamente por la fotografía de la
mujer enojaday por la operación de
multiplicación, y han propuesto muchas
formas de etiquetarlos.1
Aquí adopto
términos originalmente propuestos por los
psicólogos Keith Stanovich y Richard West,
y haré...
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