Bullying

Mi hijo, Pablo, tenía apenas 14 años y cursaba 8º año del ESB, cuando un
accidente automovilístico terminó con su vida. Y desde que inició el EGB siempre lo
acompañó el dolor por la discriminacióny las burlas de sus compañeros.
Empezaron con “cargadas” verbales porque usaba anteojos (esos
conocidos apodos de “cuatro ojos”, “Anteojito”, etc.). Luego porque era cabezón,
porque era callado yno respondía a las agresiones o porque le habían empezado a crecer
los bigotes. El se limitaba a contarle a la maestra o a mí. En muchas oportunidades las
docentes le respondían que “eran cosas dechicos”, “que no podían hacer nada”, “que
solucionara sus problemas el sólo con sus compañeros”. En pocas palabras: que no las
molestara.
Concurrí en innumerables ocasiones ha hablar con losdirectivos, ya que
llegó a un punto en que Pablo no quería concurrir a la escuela. Esto en vez de mejorar la
situación de mi hijo tuvo un efecto inverso. Era un “buchón”. Las burlas recrudecieron
y empezóa ser golpeado.
En un primer momento los directivos del colegio me aconsejaron
cambiarlo de división, cosa que no solucionó el problema. Y terminé cambiandolo de
colegio, por sugerencia de laVicedirectora, ya que ellos no podían controlar a los
violentos. En el otro establecimiento educativo las cosas fueron iguales. Yo me hago
una simple pregunta: ¿No debe ser separado del grupo elniño-agresor y no el niñovíctima? ¿No debieron trasladar a otra escuela al alumno violento o intentar un
tratamiento psicopedagógico o psicológico para saber porque había tanta maldad en
él? ¿No se pudohablar con los padres de esos niños para saber si existía algún
problema familiar que motivara ese tipo de reacciones contra los demás?
Además le escondían los anteojos, le robaban o rompían sus útilesescolares, inclusive hojas de las carpetas o fotocopias que le daban los profesores. En
una ocasión le sacaron el carnet del micro para que no pudiera pagar el boleto escolar.
Si faltaba a clase...