Caca
–¿Cuál es la finalidad de esto? –preguntó.
–Ya te lo he dicho, buscar alimentos y algo que pueda servir para los enfermos. Tal vez haya otra aldea cercana –respondió, e intentó continuar con lo que estaba haciendo.
–¿Y por qué no regresamos? –volvió a preguntar frenándolo con una pesada mano sobre supecho.
–¿Acaso no recuerdas lo que dijeron en la aldea? ¿No prestabas atención? Ellos nunca llegaron hasta aquí, saben que hay algo, pero están acobardados. ¡Tiene que estar cerca, muy cerca! –exclamó acalorándose. Cada vez que pensaba en su búsqueda le brillaban los ojos de manera única.
–Gonzalo –dijo en un tono suave para que entrara en razón–, si los nativos de la zona no hanlogrado encontrarlo, será aún más difícil para nosotros.
–¿Dónde quedó tu optimismo? ¡Difícil, querido primo, pero no imposible! –exclamó radiante con una enorme sonrisa–. Nosotros estamos más preparados, tenemos mejores armas y defensas y una gran tripulación a pesar de las bajas.
–¿Y cuánto tiempo crees que demore? –preguntó sin darle importancia a lo que decía.
–Algomás de doce días, no lo sé. Debemos esforzarnos al máximo. Tendrá diez metros de eslora y un mástil para una vela –agregó para que dejara de cuestionar sus órdenes.
–Si tiene que ser así... –se sometió murmurando.
¿Dónde ha dicho que van estas maderas? ¿Con las demás? ¿Dónde están? ¡Qué calor! Necesito agua. ¿Por qué no trabajan ellos? Pensando y pensando... No han cargado una solamadera. ¡Malditos! Ellos no sienten este calor. ¿Dónde están las maderas? Yo sé que es por acá, pasé ayer. ¿Pero dónde? ¡Cuánto bicho! Los pájaros son lindos... Sus sonidos y sus colores. Pero los demás fastidian. Estos mosquitos son enormes. ¡Maldito calor! Dejo esto y me voy al río. Un poco de agua... ¡Ahora sí! Yo sabía que no me había equivocado. Era para este lado, sí, yo sabía. ¿Y el río?Para allá no era... De aquel lado vine... Bueno... ¿Se van a molestar? ¡No pueden molestarse! ¡No han cargado nada! ¡Malditos! ¿Qué me van a hacer? ¿Matarme? Eso lo puedo hacer yo mismo. ¿Será por allá? ¡No! ¡Mosquito! ¡Ah, desgraciado, sinvergüenza! ¿Dónde ibas a picar? ¿Acá? ¡Muérete! Nos están dando de comer frutas y mosquitos.¡Nos comemos los insectos! Esto no puede ser. Y con suerte algúnperro o caballo, si no es uno de nosotros. ¡Nos están matando por este barco! ¡Tenemos que regresar! ¡Qué calor! ¿Será por ahí? No...no...no...a ver...¡Sí! ¡Gracias a Dios! ¡Un poco de agua! ¡Un buen baño ya! ¡Ah, qué hermoso! Que me maten si les da la gana, pero un poco de agua no se le niega a nadie. ¡Ah! ¡No! ¿Qué es esto? ¡No! ¡Un bicho! ¡Maldito bicho! ¡No! Ni en el agua te dejan en paz. Ni cincominutos.
Era demasiado el calor. Agobiaba. Era un calor denso, húmedo, quieto, muy quieto. La piel de todos los hombres pedía aire, frío, agua. Pero aquel se colaba en sus pensamientos. Abrazaba los cuerpos y no se desprendía jamás. Los acompañaba a todas partes. No veían el Sol por todo lo verde que lo tapaba. Apenas se podía vislumbrar un recorte de cielo. Pero no hacía falta. Sinverlo sentían todo su poder. Aquí el Sol era más grande, mucho más grande que en su tierra. Estaba más cerca, seguramente apenas encima de la hoja más alta. Tenía una fuerza inalcanzable. Era el Sol más puro, mostrando todo de lo que era capaz. De ese Sol venía el despiadado calor.
Y si no era calor, era lluvia. La lluvia llegaba enojada, furiosa, y golpeaba con todo a la inocente selva. Suagua corría por todas partes. No quedaba hoja sin mojar, agradecida por poder seguir respirando. Y así como llegaba, se iba. Pero todo quedaba bajo el agua. Los nidos con charcos. Con las paredes mojadas, las madrigueras. La lluvia contaba con gotas fuertes, poderosas, pesadas, capaces de mojar lo que tenían que mojar y más. Se olía la limpieza realizada por ellas. La selva se mostraba contenta...
Regístrate para leer el documento completo.