Caceres, Predestinado para la gloria
Por: Zoila Aurora Cáceres*
Desde época ancestral, el apellido Cáceres, oriundo de Extremadura, se destaca siempre por su linaje de guerreros. De aquella región vino al Perú el abuelo del
general Cáceres, don Domingo Cáceres, unido por el vínculo de matrimonio con
la nobilísima familia, descendiente de los encomenderos reales, don Antonio de Oré y doña Luisa Díaz de Rojas, feudatarios de Huamanga, “nobles en sangre y
claros en virtudes”, conforme los designa la iglesia católica. Por el lado materno, es descendiente directo de la princesa india Catalina Huanca, último vástago de
la estirpe guerrera de los Incas, quienes llegaron a dominar a toda la América
del Sur; su misma madre, doña Justa Dorregaray y Cuevas, fue hija del coronel español don Demetrio Dorregaray.
POR AMOR A LA JUSTICIA Y A LA LIBERTAD
Así, se puede decir que su espíritu guerrero se formó desde la cuna. Sus
múltiples biógrafos han descrito su ingreso al ejército: era un niño que estaba
estudiando en el Liceo de Ayacucho; le esperaba la rica herencia que dejara su
padre y, en el hogar, el amor de viejas tías, que le miraban como al último
vástago de los Cáceres de Ayacucho. Pasa por esta ciudad la hueste
revolucionaria del gran mariscal don Ramón Castilla, que abolió el tributo del
indígena y la esclavitud (enero de 1854), y el joven estudiante, cuando sólo
contaba 17 años, al oír el toque de los clarines, siente que las armas le llaman, y
con ardor bélico incontenible, abandona todo, huye, se esconde de la familia e
ingresa en el ejército con la clase de caballero‐cadete. El amor a la justicia y a la
libertad le llamó a las armas desde la niñez y esta voz de honra y de gloria
repercutió siempre en su larga vida militar.
En el memorable combate de Bellavista, que tuvo lugar en Arequipa el año 1854, ...
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