calculo
Franco Berardi (Bifo)
Londres, Mayo de 2009
Traducción: grupomartesweb
Hace cien años, el 20 de febrero de 1909, Filippo Tommaso Marinetti publicó el primer Manifiesto Futurista. Ese mismo año, Henry Ford puso en funcionamiento la primera linea de montaje en su fábrica de autos en Detroit. Ambos eventos pueden ser considerados como la inauguracióndel siglo que depositó confianza en el futuro. Haciendo posible la producción masiva de autos, la línea de montaje es el sistema tecnológico que mejor define la era de la masificación industrial: la movilización de las energías sociales está sujeta al objetivo de acelerar la productividad.
Aceleración, velocidad, el culto a la máquina: estos son los valores enfatizados por el Manifiesto Futurista.El texto escrito por Marinetti es un himno a la modernidad disruptiva que estaba cambiando la cara del mundo en esas décadas, especialmente las de los países industrializados. Italia no era uno de ellos: habiendo logrado recientemente la unificación nacional, su economía estaba basada en la agricultura, y los modos de vida y el consumo eran tradicionales y retrógrados. Como era de esperar, elmovimiento Futurista emergió en Italia y en Rusia. Estos dos países compartían una situación social común: escaso desarrollo de la producción industrial, marginalidad de la clase burguesa, dependencia de los modelos culturales y religiosos del pasado, el atractivo de la cultura extranjera (especialmente francesa) para los intelectuales urbanos. Este es el trasfondo de la explosión Futurista, tanto enItalia como en Rusia, pero no deberíamos ver este movimiento meramente como una reacción contra el atraso nacional. Por el contrario, fue el activador de una energía estética que se extendería por toda Europa en las décadas siguientes, y el núcleo artístico de la creencia entusiasta de que el futuro iba a ser el cumplimiento de grandes expectativas en el campo de la política, la ciencia, latecnología y los nuevos estilos de vida.
“Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia.”
El Manifiesto Futurista afirmó elvalor estético de la velocidad. El mito de la velocidad sostenía todo el edificio del imaginario de la modernidad y la realidad de la velocidad jugó un rol crucial en la historia del capital, cuyo desarrollo esta basado en la aceleración del tiempo de trabajo.
La productividad, de hecho, es el factor de crecimiento de la acumulación de plusvalor relativo determinado por la velocidad del gestoproductivo y la intensificación de su ritmo.
“Cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas, devoradoras de serpientesque humean; a las fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masaentusiasta.”
El Manifiesto afirmó el valor estético de la máquina. La máquina por excelencia es la maquina veloz, el auto, el avión, herramientas que hacen posible movilizar el cuerpo social. Marinetti dedicó un poema al auto de carrera:
“Vehemente dios de una raza de acero,
Automóvil ebrio de espacio,
que piafas y te estremeces de angustia
tascando el freno con estridentes dientes…...
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