Calentando la silla
Recuerdo que cuando era pequeño me subía a los árboles, hasta la rama más alta, luego me quedaba un rato viendo al vacío o jugaba a ser equilibrista en la cuerda floja.¿Cuántas noches no habré soñado caer y comenzar a volar? Recuerdo también pasar las tardes con los amigos, tirándonos piedras unos a otros, peleándonos por las mayores estupideces. Recuerdo aquella tarde enque nos colamos en la casa de la bruja del monte, una vieja arrugada con una verruga en la nariz, siempre vestida de negro y rodeada de gatos. Al principio nadie se atrevía a entrar, eran tantas lashistorias que habíamos escuchado sobre ella que nos aterrorizaba acercarnos siquiera a treinta metros. Sin embargo, yo entré el primero, me siguieron unos cuatro o cinco, no lo recuerdo muy bien, lo quenunca olvidaré es que Fredi se quedó afuera, el muy gallina. Vale, entramos y cruzamos en grupo el jardín, al llegar a la casa nos pegamos a la pared y la rodeamos con sigilo, encontramos una puertaentornada y nos metimos por ella llegando a un pasillo oscuro, olía a rayos, algo así como a una mezcla de ajo, humedad e hinojo. De repente escuchamos un ruido y unos pasos que se acercaban. Loschicos se alteraron un poco y yo, con un gesto, les mandé callar.
Demasiado tarde, los pasos se acercaban rápidamente, así que los muchachos echaron a correr en estampida pasillo afuera. La bruja se diocuenta y al grito de ¡malnacidos! se acercó a mí como un relámpago y consiguió agarrarme cuando ya pisaba el umbral de la entrada. Me cogió de una oreja fuertemente, haciéndome un daño terrible, ¡tevoy a enseñar yo a meterte en la casa de los demás! gritaba. Recuerdo sus ojos negros llenos de cataratas, me quedé paralizado, tal era el miedo que nos infundía la bruja. Se decía que raptaba niños porlas noches, que entraba disfrazada de enorme cuervo por la ventana de los dormitorios y que se los llevaba a su casa para meterlos en un puchero, vivos, para luego comérselos. Sin embargo (aún...
Regístrate para leer el documento completo.