Calesitas
David Matza[1], sociólogo norteamericano de los años 60 y 70, afirmó de manera novedosa ante las discusiones sociológicas de aquella época y no por ello vigentes, que los jóvenes que circulan por los carriles de la delincuencia suelen entrar “transitoriamente en un limbo entre la convención y el crimen, respondiendoalternativamente a las demandas de cada uno, coqueteando ora con una ora con otro, pero posponiendo el compromiso, evadiendo la decisión”[2]. No comprometido con ninguna posibilidad (legal, ilegal, informal) se está en una “deriva”. Podemos afirmar, yendo más allá, que la condición de aquello que llamamos lo adolescente, necesita de esos estados y de los tiempos que insumen, indefinibles. Nada decírculos ni de giros en espiral: devenires imprevisibles.
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Los que merodean son mayores que él, no sabe bien por qué, pero se siente más cómodo en esa movida que en su casa, con los abuelos. Y todos lo conocen y lo saludan y le hablan, y eso le gusta.
Algunas otras vecesMiguel aparece en la casa de su madre, ahora que tiene la oportunidad. Le gusta quedarse en su cama, en el medio entre ella y el que está con ella, como si todavía fuera un niño.
Después de aquel acto abominable Miguel piensa que robar no es para él. Pero la escuela tampoco. Sin embargo a veces, percibe a las dos cosas como obligaciones diferentes que se le imponen sin preguntar. Todo es muyextraño, porque no sabe muy bien por qué le había pegado tanto a esa señora. El no quería, sinó, no se sentiría tan mal cuando lo recuerda. Justamente él, que sabe tanto de eso de los gritos, de los golpes, del miedo de la mujer que sufre, del niño acorralado. Lo primero que piensa es que todo aquello fue un error y es lo que les dice a quienes esperan una explicación, pero hay algo que insiste, queno cierra y que lo inquieta bastante, que trata de anular, a veces con la compañía, con el humo, con el alcohol.
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar.
En la internación en el instituto, Miguel conoció lo que es estar preso. De algún modo había sido una realidad imaginada cuando pensaba en su papá. Claroque una manera de conocerlo fue pasar por ahí, entenderlo un poco y decidir o más bien, pedirle a la vida, no volver a caer. La cárcel es casi el único lugar del que no se puede salir corriendo, no hay muchos otros parecidos. Hasta podría decirse que es más fácil salirse de sí, que de la cárcel.
Muchos consideran que si bien la privación de la libertad instituida como prisión, tiene unefecto deteriorante y criminógeno[3] (reproductor de clientela carcelaria, estigmatizante, fijador y potenciador de roles desviados y condicionante de males mayores), un discurso penal latinoamericano preventivista sigue dominando al pensamiento jurídico y a todas las derivaciones ejecutivas, “no porque sea verdadero, sino porque es la única opción de la política demagógica de prisonización masivadivulgada desde los Estados Unidos a la brutalidad exterminadora de América Latina. Se trata de una teorización falsa frente a una política genocida, sin otro discurso que la manipulación del miedo y del odio[4].” Miguel podría asentir a esta idea, si alguien se la diera a conocer.
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los otros buscando unas cervezas, algo de...
Regístrate para leer el documento completo.