Calle de doble vía
Cada día me convenzo más de que no somos conscientes de la forma en la que decimos las cosas. La mayor parte del tiempo nossentimos seguros de que lo hacemos de la mejor manera, es decir, con un tono suave, amable y sin exigencias; el problema es que los demás no lo perciben así.
Si tan solo pudiéramos escucharnos al momentode expresarnos, sin justificarnos, tal vez descubriríamos cómo nuestros comentarios, muchas veces, traslucen lo que en realidad estamos ocultando.
Cuando un desacuerdo o un malentendido se repiteentre nosotros y otra persona, deberíamos, en lugar de culpar al otro, tomarnos unos minutos para reflexionar sobre lo sucedido, revisar lo que dijimos, la forma en la que lo hicimos y el tono emocionalque nos acompañó en ese momento, porque así, tal vez, descubramos que somos parte de ese conflicto.
Cometer errores es de humanos, no podemos exigirnos la perfección, mucho menos cuando somos elreflejo, en gran medida, de lo que aprendimos durante los primeros años de nuestra vida. Pero una vez que somos capaces de reconocer nuestras fallas y limitaciones, deberíamos asumir la responsabilidadde corregirlas y superarlas, sin la excusa de un pasado difícil. Hasta cuándo seguimos repitiendo los mismos errores y obteniendo los mismos resultados negativos sin hacer algo concreto para evitarlo.Podemos aprender si estamos dispuestos a hacerlo, lo que necesitamos es tener el deseo genuino de mejorar y sanar nuestra relación con las demás personas y asumir el compromiso de hacer cuanto seanecesario para transformar nuestra actitud y comportamiento.
Seguramente te preguntarás por qué no cambian los demás que cometen faltas más graves que las tuyas... Porque se trata de buscar nuestrafelicidad, expandir nuestro bienestar y recuperar el balance que nos va a permitir experimentar una vida plena. No podemos ampararnos en la idea de que otros también lo hacen, o de que lo hicieron...
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