Cambios

Campañas desde la poltrona.

Luis Enrique Rodríguez Villalvazo

Hace un mes que se inició formalmente el periodo de campañas en México para renovar al titular del Poder Ejecutivo y los representantes de ambas cámaras (además de otras elecciones concurrentes en algunas entidades federativas y el Distrito Federal) y el sopor que flota en el ambiente asfixia. ¿Será que extraño aquellos días delacarreo a mansalva, las calles coloreadas por los pasacalles, los postes embadurnados con las caritas sonrientes de los candidatos? ¿Es acaso que son las nuevas formas de hacer política? No obstante, el exceso de publicidad lo vimos recién hace dos años en la elección para gobernador, donde la divisa roja cubría la totalidad del suelo veracruzano.

¿Qué es lo que opaca las campañas? ¿Es lamuerte cuyo rumor suplanta el púrpura de las jacarandas, ametralladas a golpe de granizo y, burlesca, guinda el sudario cubriendo almendros y araucarias? Ciertamente la atmósfera no es propicia para celebrar la democracia, pero este ambiente tiene que ver más con lo que proyecta un sistema agotado en sí mismo, con instituciones anquilosadas y deslegitimadas hasta el tuétano. “Que nos gobiernen lasputas pues sus hijos nos han fallado”, rezaba una cartulina en el marco de una de las primeras marchas contra la inseguridad en el Distrito Federal en el 2004, hoy remanso frente al vendaval que azota la provincia.

Dentro del PRI el cambio generacional es la constante; los patriarcas ahítos y agotados les abren las puertas a vástagos y favoritos –rapaces sin cualidades para conectar con el votante,absortos en la contemplación del ombligo- para que tomen la estafeta. El PAN agotó sus cuadros en apenas doce años, regurgitados una y otra vez hasta perder sustancia, cebados en los dividendos que arroja la función pública; el PRD, esa izquierda pancista (“dadme un movimiento de masas que yo os devolveré un grupúsculo”), dúctil a la negociación y advenediza que recoge cascajo, hoy se trepa denuevo a las barbas ralas del caudillo tropical edulcorado.

Eso es lo que se extraña de 2006 y 2000, la presencia de un candidato con personalidad, irreverente, provocador. Hoy los candidatos presidenciales pagan culpas ajenas (“Yo no voy a dividir a México” dice Peña Nieto) y su mesura es el bostezo generalizado. Sobre ese bastidor se sostienen las campañas y por ello el nulo entusiasmo de laciudadanía, indicativo de que el abstencionismo puede ser mayor que en la elección de 2006. El riesgo es que la elección la decidan aquellos votantes cooptados por los programas sociales (tanto estatales como federales) y en ese sentido los padrones del gobierno federal son mucho más consistentes y el mecanismo está lo suficientemente aceitado.
Es el día de la jornada electoral donde se ganan laselecciones, no durante la campaña. Aquel partido que tenga mayor capacidad de operación e impida que sus oponentes se muevan con facilidad en el terreno (aquí la presencia disuasoria de las fuerzas federales será fundamental) tendrá mayores posibilidades de alzarse con el triunfo.

De las visitas de los candidatos presidenciales a Veracruz poco se rescata. Enrique Peña Nieto más allá del sofocónplayero de Semana Mayor, sus encuentros han sido con acceso restringido, en lugares cerrados y si han tenido resonancia mediática es por la existencia de acuerdos publicitarios con periódicos y portales noticiosos que replican una y otra vez lo que se les dicta (parafraseando a Henry James: los periódicos prosperan en Veracruz pero el periodismo languidece), no porque concite y sea noticia; LópezObrador se ha diluido y el carácter cainita y el oportunismo de los partidos que lo postulan –al menos en la entidad- es quizá el principal obstáculo que enfrenta y su cambio de piel no le servirá contra eso. Josefina Vázquez Mota no ha llegado todavía pero se barrunta que su presencia en la entidad será un rosario de desavenencias, imprecaciones y protestas hechizas y reales.

Es posible que...