canaima
Y podemos decir con Eduardo Liendo que en ella Rómulo Gallegos trabaja con depuradamaestría, el contraste ya clásico, entre la existencia que llevan los blancos en la selva, la cual termina devorándolos, y la vida de los indígenas, compenetrados con el paisaje, y protegidos por suscostumbres ancestrales.
El protagonista, Marcos Vargas, es el hilo conductor que nos lleva desde la orilla del Orinoco hasta las profundidades de la selva de Guayana, donde se aventuran los hombressignados por la codicia, en pos del oro y el caucho. Aquí, todos parecen condenados a desaparecer sin dejar huella, pero es sólo la palabra de Gallegos quién los rescata para la memoria de la historiavenezolana de lo cotidiano y para el goce estético del lector. "Cantaban los gallos que anunciaban el alba cuando Marcos Vargas salió de Ciudad Bolívar, vía del Yuruari por el paso de Caruache sobreel Caroní. Acababa de cumplir veintiún años, que lo hacían dueño de sus actos, iba solo, la bestia que lo conducía no era suya, y dinero, ni lo llevaba encima ni lo tenía en ninguna parte. Era unhombre con suerte por el camino y ante la vida. Y así iba, cabalgando ensimismado, cuando lo sorprendió, ya pasado el medio día, la brusca aparición de uno de los espectáculos predilectos de su espíritu.Azul, de un azul profundo que hacía blanco el del cielo, hermoso entre todos los ríos y con escarceos marinos del viento contra la corriente, el Caroní arrastraba el resonante caudal de sus aguasentre anchas playas de blancas arenas, y aquel que tanto sabía acerca de los grandes ríos de Guayana y con las más ardientes imágenes se los tenía representados, no como simples cursos de agua sino cualseres dotados de una vida misteriosa, aunque ya algo de éste había visto, no pudo menos que detener bruscamente la bestia, exclamando: ¡Caroní! ¡Caroní! ¡Así tenía que ser el río de los diamantes!...
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