Canonico
Para la Iglesia, el Matrimonio es la “íntima comunidad conyugal de vida y amor” (GS, n. 48) entre un hombre y una mujer, cuya finalidad es el amor mutuo (el bien de los cónyuges) y la procreación, educación y, agregaría yo, el cuidado amoroso de los hijos (bien de los hijos), en el contexto de la unidad (un hombre con una mujer, por lo tanto nipoliandria ni poligamia) y de la indisolubilidad, porque el matrimonio es un “consorcio de toda la vida” (can. 1055, § 1).
El matrimonio, según la feliz expresión de Schillebeeckx, es una “realidad terrena y un misterio de salvación” ([1]).
En efecto, el matrimonio es fruto de una realidad antropológica, sociológica, religiosa, teológico-sacramental y jurídico-canónica.PRIMERA PARTE.
EL MATRIMONIO COMO “REALIDAD TERRENA”:
LOS FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS Y SOCIOLÓGICOS
DEL MATRIMONIO.
El matrimonio es, ante todo, una “realidad terrena” porque es la institucionalización de la vocación del ser humano al amor heterosexual(conyugal:
I – FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS: El matrimonio como institucionalización de la vocación del ser humano al amor heterosexual (conyugal) ([2]).
El matrimonio es un instituto que tiene su origen, su estructura y su contenido esencial en la naturaleza humana. Es decir, el matrimonio es ante todo una realidad natural. Esta afirmación es muy importante porque el protagonista indiscutibledel matrimonio es la persona humana: la misma está en la base y en la superficie del matrimonio; es su término material; es lo que se da y lo que se recibe. En torno a la persona del contrayente, gira toda o casi toda la problemática del matrimonio ([3]).
Sobre este tema ha insistido muchas veces el Papa Juan Pablo. Por ejemplo, en el Discurso a la Rota Romana del 21 de enero de 1999) elPapa, refiriéndose a los principios que sustentan el derecho matrimonial, afirma que los mismos “están arraigados en la realidad existencial de la persona humana” ([4]).
En el Discurso a la Rota Romana del 1 de febrero de 2001 dice: “Uno de los desafíos más arduos que afronta hoy la Iglesia, es el de una difundida cultura individualista que tiende a circunscribir y confinar el matrimonioy la familia al ámbito privado” (n. 1). “El magisterio eclesiástico y la legislación canónica, sigue diciendo el Papa, contienen abundantes referencias a la índole natural del matrimonio. El concilio Vaticano II, en la Gaudium et spes, después de reafirmar que «el mismo Dios es el autor del matrimonio, al que ha dotado con varios bienes y fines» (n. 48), afronta algunos problemas de moralidadmatrimonial remitiéndose a «criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos» (n. 51). A su vez, los dos Códigos que promulgué, al formular la definición del matrimonio, afirman que el «consortium totius vitae» está «ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole» (Código de derecho canónico, c. 1055; Código de cánonesde las Iglesias orientales, c. 776). En el clima creado por una secularización cada vez más marcada y por una concepción totalmente privatista del matrimonio y de la familia, no sólo se descuida esta verdad, sino que también se la contesta arbitrariamente” (n. 2).
“Se han acumulado muchos equívocos en torno a la misma noción de «naturaleza». Sobre todo se ha olvidado el conceptometafísico, al que precisamente hacen referencia los documentos de la Iglesia citados antes. Por otra parte se tiende a reducir lo que es específicamente humano al ámbito de la cultura, reivindicando una creatividad y una operatividad de la persona completamente autónomas tanto en el plano individual como en el social. Desde este punto de vista, lo natural sería puro dato físico, biológico y sociológico,...
Regístrate para leer el documento completo.