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CANTO A LA HUMANIDAD OLVIDADA DE MARÍA

Por: Andrés Felipe Arango García, nov. SDS
afelipesds@gmail.com


Se dice en literatura que lo que acontece en la relación que se establece entre un texto y el lector que lo lee, más que una interpretación y comprensión intelectual de códigos lingüísticos lógicamente ordenados, es un diálogo, un conversar fundamentalmente humano y existencial entre ellector y el autor del texto: el primero por medio del texto fruto de su inspiración, el segundo por la divina gracia del acto de leer, los dos por la siempre insatisfecha necesidad de encontrarle sentido a la existencia.

Deseo entonces comenzar este conversar con ustedes, queridos cohermanos conocidos y por conocer, compartiendo la terrible dificultad que representa para mí escribir sobre laVirgen Madre.

Desde hace varios años, he tenido conflictos espirituales e intelectuales con la Mariología y con la experiencia Mariana en general que se vive en el contexto religioso. De hecho, animado por mis maestros Jesuitas de la Facultad de Teología, he evitado por todos los medios posibles matricular esta asignatura, por percibirla más como una pía reflexión sistematizada, que como unaaproximación metodológicamente seria y humanamente vital, que me pueda llevar a un encuentro real con María sin abandonar la historicidad de mi vida.

Por eso en estas líneas discurriré un poco sobre aquellos puntos de disidencia, para luego proponer un modo particular de acercarnos a la Virgen Madre, lo cual quiere ser, simplemente, un canto a la humanidad olvidada de María.

Cuando miro hacia atrás,desde el punto de mis veintinueve años –pocos pero suficientes para el caso-, observo la innegable presencia de María en mi caminar por la vida y en el del pueblo al que pertenezco. Aprendí en el hogar junto a mi madre, a reconocer y amar a la persona de María, a invocarla, y a depositar en sus manos la acción de gracias y las intenciones por las necesidades diversas, para que ella las presentepor nosotros al Padre Eterno.

Crecí escuchando que María era madre, intercesora, compañera de camino, hija de Dios Padre, madre de Dios Hijo y esposa del Espíritu -?-, inmaculada, concebida sin mancha de pecado original y asunta al cielo. En los últimos años, he escuchado en teología que es “corredentora” -?-. Pero nunca he escuchado que es humana, que es mujer, que es amiga. Cuando nos dicen a laspersonas desde niños que María es confidente, eso suena a misterioso secreto, pero no a humanidad desnudada, confiada y abierta en una relación íntima de amor con un “alguien” concreto.

Es en este punto donde conflictúo y me distancio de la comprensión tradicional de la experiencia de María. Me cuesta relacionarme con alguien tan extremadamente santo –válgaseme este doble uso del aumentativo-,tan inmaculado, tan virginal, tan dogmatizado y tan inhumano. Digo “tan inhumano”, porque nos han presentado una María que lo tenía todo resuelto y que, por tanto, estaba eximida de la obligación de dar respuesta a la pregunta que interroga por el sentido, eximida de la crisis, eximida de la duda, eximida de la angustia, eximida de la obligación de hacer opciones y tomar decisiones; eximida,incluso, del problema de la libertad, del sentimiento y del deseo.

Me cuesta pensar que mi Madre, la Madre de mi Señor, la que me trajo la Salvación, la que me protege y la que amo, es una torre de marfil, una llave de la casa de David, una casa de oro, un vaso espiritual, un espejo –así sea de justicia-, o una puerta del cielo. Siento que entre una persona así y yo no hay nada en común, y lo quea continuación se genera en mí es un sentimiento de vergüenza por mi humanidad tan limitada frente a la suya, y una conciencia de deber alejarme de alguien tan perfecto, por condición de indignidad.

Por eso se me facilita más, como a Santa Teresita del Niño Jesús, relacionarme con María Magdalena: una pecadora pública, que pasó por el proceso de conversión y santificación desde su condición...