Cap 3 Corregido

CAPÍTULO TERCERO
CONFORTI EN RAVENNA

Un caso de emergencia
Se pueden fijar de inmediato dos fechas que marcan los eventos de los cuales nos ocupamos: el 25 de abril de 1902, muere en Ravenna, casi improvisadamente, el cardenal Agostino Riboldi1; el 9 de junio de 1902, en Roma, en el Consistorio, según una formalidad prevista por la tradición, León XIII “propone” a Guido María Conforti comoarzobispo de Ravenna.
Y casi en el centro de estos 45 días, precisamente el día 16 de mayo, se lleva a cabo en el Vaticano el “dramático” coloquio entre León XIII y Mons. Conforti, que aquí reportamos, evocado según la narración hecha “sin mucha retórica” por el mismo Mons. Conforti a Andrés Ferrari, arzobispo de Milán2:

Con mi espíritu agitado por mil impresiones y sentimientos, y no sin confusión,me decido a escribirle a usted, al cual nunca le he podido ocultar nada que de alguna manera me afecte.
El miércoles pasado, fui llamado a Roma por el Auditor Santísimo por medio de una carta urgente y, emprendiendo de inmediato mi viaje hacia esa ciudad, llegué a mi destino al día siguiente y como a las diez de la mañana me presenté al mismo Auditor el cual, con grande sorpresa de mi parte, meinvitaba al Vaticano a las seis de la tarde del mismo día, para ser recibido en audiencia por el Santo Padre que deseaba hablarme.
A la hora pactada, me encontré allá y pronto fui introducido a la presencia del Sumo Pontífice, en compañía del Mons. Maffi, actual Administrador Apostólico de Ravenna, también él llamado de urgencia. Mi corazón latía fuertemente, no sabiendo darme razón de lo quesucedía, pero cuando Su Santidad me dijo que me destinaba como Arzobispo de Ravenna, dándome como Auxiliar a Mons. Maffi, me sentí como desmayar y estallé en lágrimas. Supliqué al Santo Padre que me ahorrara una carga tan pesada, aduciendo mi poca virtud y doctrina, mi inexperiencia, mi frágil salud, la debilidad de mi carácter, las necesidades presentes del Seminario de las Misiones que yorecientemente había fundado, pero él no tuvo por buena ninguna de estas razones. Le supliqué que cambiara los roles, poniendo en mi lugar a Mons. Maffi, frente al cual yo soy muy poca cosa en todos los aspectos: puer sum et nescio loqui, pero inútilmente.
Finalmente le rogué que, si era su voluntad que yo fuera obispo, que me diera por lo menos una diócesis menos ilustre e importante que Ravenna, y a estaúltima súplica, con tono bastante fuerte, me respondió con estas precisas palabras que nunca podré olvidar: “No insista más, y mucho menos haga que insistan otros, porque entonces me obligaría a una orden tajante. Al Vicario de Cristo hay que obedecerle prontamente. Le he invitado a venir personalmente a Roma exactamente para romper toda demora y para que usted entendiera de la boca misma del Papalo que él quiere de usted. Dispóngase entonces a hacer la voluntad de Dios que será generoso con su gracia”.
Salí del Vaticano con mi espíritu profundamente agitado y una fuerte fiebre me atormentó por toda aquella noche3.

La lectura de aquellos tiempos puede ayudar a detectar una primera y por muchos aspectos hipotética respuesta a esta pregunta: ¿quién puede haber propuesto a Mons. Confortipara Ravenna?
Como sabemos, el tiempo entre la muerte de Riboldi y el nombramiento de Mons. Conforti es, para los ritmos y costumbres de esa época, bastante limitado. Pero, por encima de esto, nos llama la atención otra constatación, quizás menos conocida, acerca del Consistorio. Por costumbre antigua, milenaria, los nombramientos episcopales, salvo algunos otorgados “per breve” y bajo determinadascondiciones, pasaban a través de esta reunión de cardenales4. Se trataba de una mera formalidad: los obispos eran escogidos en otra sede. Sin embargo, se usaba todavía el término de “proponer” al colegio cardenalicio. Por supuesto que todos aprobaban. Pero ¿cuál era la frecuencia de estos consistorios? El ritmo era de uno o dos por año. Aquel del 9 de junio de 1902, habría sido el único...