Cap Tulo 1 L
C
arlos Eberto Ríos Frisneda, se desempeñaba como gerente del Banco del Progreso y
Desarrollo (B.P.D) en la ciudad de Tuluá; quien llegó a ese cargo por sus méritos y haberse
graduado en una de las mejores universidades de la capital de la república, con varios
postgrados y especializaciones referentes a la banca, considerado un alto ejecutivo y quien se
codeaba con toda la élite tulueña. Como buen antioqueño, hombre de empresa y con una
buena situación económica, su vida transcurría entre el lujo, el derroche y las buenas fiestas,
en compañía de mujeres bonitas o novias para no emplear el término moza. Aquí cabe
recordar lo que dijo un prestigioso ex alcalde tulueño y ex congresista de la república: “lo mejor
del matrimonio es la moza”; todo esto lo hacía, tratando de que su esposa Laura no se
enterara.
Esta vida social le implicaba muchos gastos; sobre todo para quedar bien en los distintos
eventos donde era invitado y sostener el status que había creado a su alrededor. Para eso,
había que llegar en un carro último modelo, vestir ropa de marca tanto él y su mujer; tomar
whisky y comer en los mejores restaurantes de la ciudad. La verdad era, que ante éstas
exigencias su presupuesto cada día escaseaba; sobre todo para sostener a las noviecitas, ya
que era enfermo por las niñas de 18 años y para que ellas se fijen en un hombre mayor de
edad como él, le tocaba bajarse de costosos regalos, aunque Carlos hábilmente como buen
metrosexual usaba sus artificios personales para demostrar menos años y a lo mejor las nenas
se comían el cuento o se hacían las bobas para así sacar sus propios beneficios.
Había una niña en especial por la cual suspiraba éste ejecutivo llamada Rosmery, muy linda,
de ojos verdes, cuerpo escultural y en su afán de conquistarla quiso deslumbrarla con una
moto, adquirida en un almacén de la ciudad para pagarla posteriormente; lo que casi se
convierte en un motivo para separarse de Laura. Ante la demora en el pago llamaron a
cobrarle, tan de malas el Gerente que quien contestó fue su esposa. Ésta recibió bien el
recado, por supuesto que preguntó todo y la ingenua secretaria entró en detalles. Y al hacerle
el reclamo, como siempre los hombres lo niegan todo, que cosita y es que tienen una facilidad
para mentir. Y este era el campeón de todos. Carlos ante cualquier reclamo tenía una disculpa
y una justificación. Hasta tuvo el descaro de arrodillarse y hacer que muchas lágrimas salieran
de sus ojos.
A la rabiosa y herida mujer más contrariedad le daba, pero el hombre seguía negando y sin
pensarlo dos veces para salirse del paso, argumentó que el banco había rifado la moto y Rosmery había sido la feliz ganadora y más estupefacta quedó la señora, quien contestó:
Si estúpido, me crees pendeja. Me imagino que la boleta la pagó la culicagada con la cuca.
Mija no seas grosera –dijo el Don Juan
No me digas que el banco no tiene plata con que pagar –gritaba la furiosa mujer
No mija, es que de Bogotá no me autorizaron juraba Carlos
Esa noche le tocó dormir en la alcoba de huéspedes. Y sin que su mujer se diera cuenta llamó
al gerente de zona en Cali, gran amigo de universidad y alcahueta de todas sus pilatunas para
que lo ayudara a arreglar su matrimonio y tramaron lo que se debía hacer.
Al otro día y más temprano de lo acostumbrado, Carlos salió a trabajar; haciéndose el ofendido
no se despidió de su esposa. El amigote como lo habían convenido, llama y contesta la ...
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