CAP TULO 9

Páginas: 11 (2682 palabras) Publicado: 5 de junio de 2015
CAPÍTULO 9. PRIMER TOMO. EN FAMILIA

CAPÍTULO IX

 
El estruendo ya se había calmado cuando Perrín se despertó, pero como la lluvia caía fina y continuamente, cubriendo todo con una bruma, no podía fantasear con ponerse en marcha; había que esperar.

Pero eso no era como para inquietarla, ni para disgustarla; el bosque con su solitud y silencio no la asustaba, y le gustaba esa choza que la habíaprotegido bastante, y donde había podido dormir bien; si tenía que pasar la noche ahí, podría ser mejor que en otro lado, ya que al menos tendría un techo y una cama seca.

Como la lluvia caía del cielo, y había dormido sin percatarse del tiempo transcurrido, no tenía ninguna idea de la hora que pudiera ser; pero, en el fondo, eso poco importaba, cuando cayera el anochecer, se daría cuenta.Luego de su partida de París, no había tenido ni el tiempo ni la ocasión de asearse, y, mientras tanto, la arena del camino, levantada por el viento de la tormenta, la había cubierto de pies a cabeza, de una espesa capa de polvo, que le quemaba la piel. Como se encontraba sola, y ya que el agua corría por el canal cavado alrededor de la choza, era la ocasión de aprovechar el momento que no se le habíapresentado; con esa lluvia persistente, nadie la molestaría.

El bolsillo de su falda contenía, además de su carta y del acta de matrimonio de su madre, un paquetito envuelto en un trapo, conformado por un pedazo de jabón, un peine corto, y una pelota de hilo con dos agujas clavadas. Lo desenvolvió y, después de haberse quitado el vestido, su calzado y sus medias, inclinada hacia la acequia quecorría clara, se enjabonó el rostro, los hombros y los pies. Para secarse, sólo tenía el trapo con el que envolvía su paquete, que no era ni grande ni grueso, pero eso era mejor que nada.

El lavarse la relajó casi tan bien como un buen sueño, y luego se peinó lentamente entrelazando su cabello en dos gruesas trenzas rubias que dejó caer sobre sus hombros.
Aunque el hambre le recomenzaba retorcerel estómago y algunas partes de sus suelas, le habían dejado expuestos los pies, ella se encontraba cómoda: la mente tranquila, el cuerpo dispuesto.

Contra el hambre, nada podía hacer, ya que, si esta choza era un refugio, no le ofrecía el más mínimo alimento. Luego, para las heridas de sus pies, pensó que si remendaba los agujeros que la fricción del camino le había hecho a sus medias, sufriríamenos su dureza, y, enseguida, puso manos a la obra. Fue tanto largo como difícil, ya que era algodón lo que le habría hecho falta para un zurcido casi completo, pero no tenía más que hilo.

Ocuparse así tenía algo de bueno, le evitaba pensar en el hambre, pero no podía ser para siempre. Cuando hubo terminado, la lluvia continuaba cayendo más o menos fina, más o menos cerrada, y el estómagocontinuaba con sus reclamos cada vez más exigentes.

Ya que le parecía que en ese momento no podría dejar su refugio sino hasta el día siguiente, y como, por otra parte, era evidente que no se realizaría un milagro que le diera de cenar, el hambre, más imperiosa, que no le dejaba otras ideas más que las de comida, le sugirió la idea de cortar, para comerlas, retoños de abedul que entraban por el techo dela choza, y que podría alcanzar fácilmente trepando sobre las gavillas. Cuando viajaba con su padre, había visto que en unos países el abedul servía para producir bebidas; entonces no era un árbol tóxico que la envenenaría; ¿pero la alimentaría?

Lo tenía que intentar. Con su navaja, cortó algunas ramas con hojas, y, dividiéndolas en trocitos, muy pequeños, comenzó a masticar uno.

Le pareció muyduro, a pesar de que sus dientes eran sólidos, bastante  áspero, bastante amargoso; aunque no lo comía como si se tratara de una golosina; por malo que fuera, no se quejaría con tal que le mitigara el hambre y la alimentara. Sin embargo, sólo pudo comer algunos trozos, y fue así que escupió casi toda la madera, después de haberle dado vueltas y vueltas dentro de su boca; las hojas pasaron con...
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