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CAPÍTULO III
DE LA ÉTICA DE LA VIRTUD A LA ÉTICA POLÍTICA
La recuperación de la racionalidad política exige recobrar, la conciencia de la naturaleza práctica, ética y arquitectónica de lo político. La racionalidad política es la racionalidad de una acción; la acción se constituye como relación dinámica entre un ethos subjetivo y un ethos objetivo; y la acción y el ethos tienen siemprecarácter integrador.
La verdad práctica es el logos de un ethos subjetivo conforme con el ethos objetivo. Podríamos decir que el discurso acerca de la verdad práctica se desarrolla entre dos límites: un límite fundamental y teórico, representado por la naturaleza del e thos objetivo; y un límite terminal y apetitivo, representado por el carácter del ethos subjetivo, por el momento en que la inclinaciónse hace decisiva. Por consiguiente, la excelencia en el modo de poseer ese ethos subjetivo hará posible la excelencia en el modo de conocer —de obrar— la verdad práctica, la acción verdadera.
Nos encontramos de lleno dentro del campo de la ética. Pero también hace patente que la ética a la que nos conduce el camino que hemos recorrido hasta ahora, es necesariamente una ética entendida como éticade la virtud. La ética política, en concreto, constituye la reflexión sobre la excelencia en el modo de poseer un ethos determinado: el ethos que llamamos polités o ciudadano. Y este ethos es el ethos subjetivo que corresponde —y cuya definición material se debe— a un ethos objetivo, también determinado: la polis, que es el objeto de la política. Como antes dijimos, la ética es siempre la ética deun ethos. Sin definir el ethos político, la polis, es decir, sin filosofía política, no cabe ética política.
Para Aristóteles la ética que era objeto de consideración era la ética del ciudadano. El ethos humano por excelencia. Qué relación existe entre la ética política —la excelencia como polités—, esta relación dependerá de la relación que haya, a su vez, entre la polis y los demás ethoiobjetivos.
Es interesante comprobar qué tipo de relación se establece entre la ética del ciudadano y las demás éticas desde el modo de concebir la ética al que nos ha llevado nuestro modo de entender la política, es decir, desde una ética de la virtud.
Una polis que cuenta con la acción política de todos sus ciudadanos, no puede ser indiferente respecto del ethos de sus ciudadanos, respecto del modoen que sus ciudadanos entienden y poseen ese ethos subjetivo, puesto que ese modo es decisivo de cara al saber político que tengan esos ciudadanos. Esa polis no puede ser indiferente éticamente.
1. LA NORMA AL SERVICIO DE LA VIRTUD
Se ha hecho habitual distinguir dos modos fundamentales de concebir la ética: como ética de la virtud, y como ética del deber o de la ley.
Existe una esencialsolidaridad entre la virtud y el deber. La ética de la virtud incluye en su seno las nociones de ley y deber. Y la ética deontológica incorpora también el concepto de virtud.
Las normas son justificables mediante razones aceptables. En el fondo, esto significa apelar a sujetos con un ethos perfecto: con aquel tipo de ethos que se considera y actúa como perfección humana.
La virtud es lo que noscapacita para cumplir la ley, el deber, con precisión y puntualidad.
La ley es una ética centrada en la cuestión de las obras, de lo que ha de hacerse, del deber. Desde esta preocupación, lo que se busca es la ley, en cuanto que la ley aparece como la medida del deber, de la acción correcta. Pero, entonces, la acción moral resulta ser, a su vez, el cumplimiento de la norma: la moralidad consiste encumplir normas. La ética de la virtud no se centra en la cuestión acerca de qué hay que hacer, sino en la cuestión acerca de cómo hay que ser, de qué clase de persona se va a ser. La ética de la virtud es, efectivamente, una ética, una reflexión sobre el ethos o modo de ser que nos corresponde. Aristóteles se plantea en sus escritos éticos no es qué debe hacerse, sino las diversas condiciones...
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