Caperucita Roja No Tenjas Miedo
Red Riding Hood (2011)
La campana de la aldea dobla una, dos, tres veces: alguien ha sido asesinado. Repica una cuarta vez... El asesino es el Lobo.
En una época en que las aldeas son tan pequeñas que todo el mundo se conoce,Valerie intenta abrirse camino en la vida sin ser precisamente una «buena chica».Cuando el hombre lobo la elige, ella debe tomar unadecisión imposible pero no tiene a quién recurrir.
Su padre está borracho en el pueblo, su madre desea controlarla, y las demás chicas... se apresuran a acusarla de brujería. ¿Quién la salvará? ¿O puede salvarse ella sola?
En esta nueva, peligrosa y absorbente versión del cuento clásico, quizá resulte complicado dar con un final feliz.
Sarah Blakley-Cartwright
Caperucita Roja
¿A quiéntienes miedo?
ePUB v1.0
Leonor 23.12.11
CAP Í T ULO 0 1 Desde las imponentes alturas del árbol, la niña podía verlo todo.
La adormilada aldea de Daggorhom se extendía allá abajo, en el lecho del valle, y, desde lo alto, parecía una tierra lejana y extraña. Un lugar del que nada conociese, un lugar sin picas ni espino, un lugar donde el temor no merodease como un padre angustiado. Estar allí,tan alto en el cielo, hacía que Valerie se sintiese también como si fuera otra persona. Podría ser un animal: un halcón, en la frialdad de la supervivencia, arrogante y aislado. Aun a los siete años de edad, era en cierto modo consciente de ser distinta de los demás aldeanos, y no podía evitar guardar las distancias con ellos, incluso con sus amigos, abiertos y encantadores. Su hermana mayor,Lucie, era la única persona en el mundo a quien Valerie se sentía unida. Lucie y ella eran como las dos cepas de esa misma vid que habían crecido entrelazadas la una a la otra en la vieja canción que entonaban los ancianos de la aldea. Lucie era la única. Valerie miró más allá de sus pies desnudos que se columpiaban suspendidos en el aire y se preguntó por qué había subido hasta allí. Por supuestoque no se lo permitían, pero esa no era la cuestión. Ni tampoco se trataba de la dificultad del ascenso, aquel reto había perdido ya toda emoción un año atrás, cuando por primera vez alcanzó la rama más alta y no halló por dónde continuar salvo el cielo abierto. Había trepado tan alto porque no podía respirar abajo, en el pueblo. Si no salía de allí, la infelicidad se instalaría en ella y seamontonaría como la nieve hasta enterrarla. Arriba, en el árbol, el aire era fresco en su rostro, y ella se sentía invencible. Jamás le preocupó caer: tal cosa no era posible en este universo ingrávido. —¡Valerie! La voz de Suzette resonaba y ascendía a través de las hojas, la llamaba como una mano que tirase de ella de regreso a la tierra. Por el tono de voz de su madre, Valerie supo que era hora deirse. Recogió las rodillas, se acuclilló e inició el descenso. Si miraba hacia abajo, podía ver la pronunciada pendiente del tejado de la casa de la Abuela, construida allí mismo, entre las ramas del árbol, y cubierta de una espesa maraña de agujas de pino. La casa estaba incrustada en un floreciente nudo de ramaje, como si se hubiese cobijado allí durante una tormenta. Valerie siempre se cuestionócómo habría llegado hasta ahí, pero nunca lo preguntó porque algo tan maravilloso no debería recibir jamás explicación alguna. Se aproximaba el invierno, y las hojas habían comenzado a aflojarse en las ramas, se soltaban de su abrazo otoñal. Algunas se estremecieron y cayeron al vacío en el descenso de Valerie por el árbol. Había pasado toda la tarde encaramada, escuchando el ronco murmullo de lasvoces de las mujeres que el viento le ofrecía desde abajo. Parecía que hoy eran más cautelosas, más roncas, como si ocultasen un secreto. Cerca de las ramas inferiores, las que adornaban la techumbre de la casa, Valerie vio a la Abuela salir al porche, deslizarse sobre sus pies invisibles bajo la falda. La Abuela era la mujer más hermosa que Valerie conocía. Vestía largas faldas con diversas...
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