Capitalismo
El consiguiente aumento en el nivel de vida de las masas es milagroso comparado con el condiciones de las eras pretéritas. En esos alegres viejos días, incluso la gente más rica llevaba una existencia que debe calificarse de morigerada en comparación con el nivel medio de trabajador estadounidense o australiano de nuestro tiempo. El capitalismo,dice Marx, repitiendo sin pensar los cuentos de los panegiristas de la Edad Media, tiene una inevitable tendencia a empobrecer cada vez más a los trabajadores. La verdad es que el capitalismo ha derramado en cuerno de la abundancia sobre las masas de asalariados, que frecuentemente hicieron todo lo que pudieron por sabotear la adopción de esas innovaciones que hicieron su vida un poco más agradable.¡Qué incómodo se vería un trabajador estadounidense si se le obligara a vivir en la mansión de un señor medieval y echar de menos las instalaciones sanitarias y otros aparatos que simplemente da por sentados!
La mejora en su bienestar material ha cambiado la valoración del ocio por parte de los trabajadores. Mejor dotados con los placeres de la vida como está, pronto llega al punto en que consideracualquier mayor incremento en la desutilidad del trabajo como un mal que ya no compensa el esperado incremento en la gratificación mediata del trabajo. Esta dispuesto a acortar las horas de trabajo diario y a evitar a su mujer e hijos el esfuerzo y el problema del empleo remunerado. No es la legislación laboral ni la presión de los sindicatos la que ha acortado las horas de trabajo y sacado de lasfábricas a las mujeres casadas y niños: es el capitalismo, que ha hecho tan próspero al asalariado que es capaz de adquirir más tiempo libre para él y los suyos. La legislación laboral del siglo XIX en general no consiguió nada más que proveer una ratificación legal de cambios que la interacción de los factores del mercado ya había generado previamente. En la medida en que a veces iba por delantede la evolución industrial el rápido avance en la riqueza pronto hizo de nuevo correctas las cosas. En la medida en que a veces las supuestas leyes a favor del trabajador decretaban medidas que no eran meramente la ratificación de cambios ya efectuados o la anticipación de cambios esperados en un futuro inmediato, dañaban los intereses materiales de los trabajadores.
El término "gananciassociales" induce completamente a error. Si la ley fuerza a los trabajadores que prefieran trabajar 48 horas a la semana a no rendir más de 40 horas de trabajo, u obliga a los empresarios a incurrir en ciertos gastos en beneficio de los empleados, no favorece a los trabajadores a costa de los empresarios. Sean cuales sean las provisiones de una ley de seguridad social, su incidencia acaba recayendo en elempleado, no en el empresario. Afectan al importe de los salarios netos: si aumentan el precio que el empresario ha de pagar para una unidad de rendimiento por encima del tipo potencial del mercado, crean desempleo institucional. La seguridad social no impone a los empresarios gastar más para comprar trabajo. Impone a los asalariados una restricción referida al gasto de su ingreso total. Recortala libertad del trabajador para disponer su hogar de acuerdo con sus propias decisiones.
El que ese sistema de seguridad social sea una política buena o mala es esencialmente un problema político. Podemos tratar de justificarlo declarando que los asalariados no tienen el conocimiento y la fortaleza moral para proveerse espontáneamente su propio futuro. Pero entonces no es fácil silenciarlas voces de quienes preguntan si no es paradójico confiar el bienestar de la nación a decisiones de votantes a quienes la propia ley les considera incapaces de manejar sus propios asuntos, si no es absurdo hacer a ese pueblo supremo en la dirección de un gobierno que necesita manifiestamente un guardián que impida que gasten su propio dinero locamente. ¿Es razonable asignar pupilos el derecho a...
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