Capitulo 12 Del Diablo De Los Numeros
La duodécima noche
Robert ya no soñaba. No había peces gigantes que quisieran tragárselo, ni hormigas que treparan por sus piernas, incluso el señor Bockel ysus muchos, muchos gemelos le dejaban en paz. No resbalaba, no era encerrado en ningún sótano, no se helaba de frío. En una palabra, dormía como no había dormido nunca.
Eso estababien, pero a la larga resultaba también un poquito aburrido. ¿Qué pasaba con el diablo de los números? ¿Quizá había tenido una buena idea y no podía demostrarla? O se habíaenredado en sus superficies polípicas (o como se llamaran esas cosas de las que había hablado la última vez).
¿Se habría simplemente olvidado de Robert?
¡Adiós a los sueños!,habría significado eso. Y ésa era una idea que a Robert no le gustaba nada. Su madre estaba asombrada, porque pasaba horas en el jardín dibujando nudos y redes en un papel paraaveriguar la forma más sencilla de visitar uno tras otro a todos esos amigos de América que no tenía.
-Es mejor que hagas tus deberes -decía entonces.
En una ocasión, el señor Bockelle pilló escondiendo una hoja bajo el pupitre durante la clase de Matemáticas.
-¿Qué tienes ahí, Robert? ¡Enséñamelo!
Pero Robert ya había hecho una bola con el papel con elgran triángulo de números de colores y le había tirado la pelota a su amigo Charlie. Charlie era de confianza. Él se encargaría de que el señor Bockel no llegara a saber lo queRobert se traía entre manos.
Una noche, volvió a dormirse tan profunda-mente y sin soñar que ni siquiera se dio cuenta de que alguien estaba llamando a golpes a su puerta.-¡Robert! ¡Robert!
Pasó un rato largo hasta que despertó. Se levantó de la cama y abrió. Era el diablo de los números.
-Aquí estás al fin -dijo Robert-. Ya te echaba de menos.
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