capitulo 4 de la metamorfosis
De no haberle parecido a ella conveniente este arreglo, ella misma hubiera quitado la sábana, pues fácil era comprender que, para Gregorio, el aislarse no constituía ningún placer. Mas dejó la sábana tal como estaba, e incluso Gregorio, al levantar sigilosamente, con la cabeza una punta de ésta, para ver cómo la hermana acogía la nuevadisposición, creyó adivinar en ella una mirada de gratitud.
Durante las dos primeras semanas, no pudieron los padres decidirse a entrar a verle. El los oyó a menudo ensalzar los trabajos de la hermana, cuando hasta entonces solían, por el contrario, reñirle, por parecerles una muchacha, como quien dice, inútil. Mas, con frecuencia, ambos, el padre y la madre, esperaban ante la habitación de Gregorio,mientras la hermana la arreglaba, y, en cuanto salía ésta, había de contarles exactamente cómo estaba el cuarto, lo que Gregorio había comido, cuál había sido su actitud, y si se advertía en él alguna mejoría.
La madre, cierto es, quiso visitar a Gregorio en seguida, y entonces el padre y la hermana la detuvieron con razones que Gregorio escuchó con la mayor atención, y aprobó por entero. Peromás adelante fue menester impedírselo por la fuerza, y cuando exclamaba: ¡Dejadme entrar a ver a Gregorio! iPobre hijo mío! ¿No comprendéis que necesito entrar a verle?, Gregorio pensaba que tal vez conviniera que su madre entrase, claro que no todos los días, pero, por ejemplo, una vez a la semana: ella era mucho más comprensiva que la hermana, quien, a pesar de todo su valor, no dejaba de ser,al fin y al cabo, solo una niña, que quizá solo por ligereza infantil se había echado sobre los hombros tan penosa carga.
Poco había de tardar en realizarse el deseo de Gregorio de ver a su madre. Durante el día, por consideración a sus padres, no se asomaba a la ventana. Pero... poco podía arrastrarse por aquellos dos metros cuadrados de suelo. Descansar tranquilo le era ya difícil durante lanoche. La comida, muy pronto dejó de producirle la menor alegría, y así fue tomando, para distraerse, la costumbre de trepar zigzagueando por las paredes y el techo. En el techo, particularmente, era donde más a gusto se encontraba; aquello era cosa harto distinta que estar echado en el suelo; allí se respiraba mejor, el cuerpo sentíase agitado por una ligera vibración. Pero aconteció queGregorio, casi feliz, y al tiempo divertido, desprendióse del techo, con gran sorpresa suya, y se fue a estrellar contra el suelo. Mas, como puede suponerse, su cuerpo había adquirido una resistencia mucho mayor que antes, y, pese a la fuerza del golpe, no se lastimó.
La hermana advirtió inmediatamente el nuevo entretenimiento de Gregorio - tal vez dejase éste al trepar, acá y acullá, rastro de su...
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