Capitulo 9 Las Palabras Y Las Cosas

Michel Foucault. Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas.
CAPÍTULO 9
EL HOMBRE Y SUS DOBLES.

1. El retorno del lenguaje.
El saber clásico es racionalista, supone un ordenamiento general de la naturaleza, admite una posibilidad de análisis muy radical para descubrir el elemento o el origen y presiente el movimiento de la vida. El umbral del clasicismo a lamodernidad quedó franqueado cuando las palabras dejaron de entrecruzase con las representaciones y el conocimiento de las cosas. Separado de la representación, el lenguaje no existe pues para los filólogos las palabras son como otros tantos objetos constituidos y depositados por la historia; el lenguaje debe despojarse de su contenido concreto y no dejar aparecer más que las formas universalmenteválidas del discurso. Si se quiere interpretar, entonces las palabras se convierten en un texto que hay que cortar para poder ver aparecer a plena luz ese otro sentido que ocultan. El lenguaje llega a surgir para sí mismo en un acto de escribir que no designa más que así mismo.
Al disiparse la unidad de la gramática general, el discurso, apareció el lenguaje según múltiples modos de ser cuya unidad nopuede ser restaurada sin duda alguna. El lenguaje no entró de nuevo directamente y por sí mismo en el campo del pensamiento sino a fines del siglo XlX.
A principios del siglo XlX, habiéndose separado la ley del discurso de la representación, el ser del lenguaje se encontró como fragmentado, pero con Nietzsche y Mallarmé, el pensamiento fue conducido de nuevo, y en forma violenta, hacia ellenguaje del mismo.
La división del lenguaje, contemporánea de su paso a la objetividad filológica, no sería, pues más que la consecuencia de la ruptura del orden clásico. La dispersión del lenguaje está ligada, de un modo fundamental a la desaparición del discurso.
2. El lugar del rey.
En el acto de hablar, en el acto de nombrar, la naturaleza humana, como pliegue de la representación sobre símisma, transforma la sucesión lineal de los pensamientos sobre sí misma, transforma la sucesión lineal de los pensamientos. En el punto de encuentro entre la representación y el ser, lo que el pensamiento clásico hace surgir es el poder del discurso. Es decir, del lenguaje en cuanto representa, el lenguaje que nombre, que recorta, que combina, que ata y desata las cosas al hacerlas ver en latransparencia de las palabras. Donde hay discurso, las representaciones se despliegan y se yuxtaponen, las cosas se asemejan y se articulan.
En la época clásica, el discurso es esta necesidad traslúcida a través de la cual pasan la representación y los seres; cuando los seres son representados en relación con el espíritu, cuando la representación hace visibles a los seres en su verdad. La posibilidad deconocer las cosas y su orden pasa, en la experiencia clásica, por la soberanía de las palabras; éstas no son ni marcas por descifrar (Renacimiento), ni instrumentos fieles y manejables (positivismo), forman la red incolora a partir de la cual se manifiestan los seres y se ordenan las representaciones.
3. La analítica de la finitud.
Cuando la reflexión sobre el lenguaje se hace filología y seborra este discurso clásico en el que el ser y al representación encontraban su lugar común, aparece el hombre con su posición ambigua de objeto de un saber y de sujeto que conoce: soberano sumiso, espectador contemplado, surge en este lugar del Rey, que le señalaba de antemano Las meninas, pero del cual quedó excluida durante mucho tiempo su presencia real.
La finitud del hombre se anuncia en lapositividad del saber; se sabe que el hombre es finito ya que se perfila en la forma paradójica de lo indefinido; indica más que rigor del límite, lX aloja el descubrimiento de la finitud. Si el saber del hombre es finito, esto se debe a que está preso, sin posible liberación, en los contenidos positivos del lenguaje, del trabajo y de la vida, y a la inversa, si la vida, el trabajo y el...