capitulo xxv amos comenius
Si queremos reformar las escuelas conforme a las normas verdaderas del cristianismo, hemos de
prescindir de los libros de los gentiles o, por lo menos, usarlos con más cautela que hasta el
presente.
Tenemos necesidad extraordinaria e ineludible de conseguir por todos los medios lo que dejamos
probado en el capítulo precedente. Porque si queremos tener escuelas verdaderamentecristianas, es
necesario alejar de ellas la turba de doctores gentiles. Sobre lo cual, expondremos primero las
causas más importantes, y después demostraremos le precaución que hay que tener con esos sabios
mundanos, para hacer nuestro lo que ellos pensaron, dijeron o efectuaron rectamente.
2. El amor por la gloria de Dios y la salvación del hombre, nos fuerza a vigilar sobre esta materia,sobre todo viendo que las principales escuelas de los cristianos sólo siguen a Cristo en el nombre,
teniendo, por el contrario, en gran estimación a los Terencios, Plautos, Cicerones, Ovidios, Cátulos
y Tibulos, Musas y Venus. De donde se sigue que sabemos más del mundo que de Cristo, y es
necesario buscar verdaderos cristianos en medio de la cristiandad. Ciertamente, porque para algunoseruditísimos varones Teólogos, peritos en la divina sabiduría, Cristo les proporciona solamente la
máscara, y Aristóteles, con toda su cohorte pagana, el espíritu y la sangre. Lo cual es un horrendo
abuso y una torpe profanación de la libertad cristiana, a la vez que una cosa en extremo llena de
peligros.
3. En primer lugar, porque nuestros hijos nacidos en Cristo han vuelto a nacer por el EspírituSanto;
por lo tanto, deben ser hechos ciudadanos del Cielo, y dárseles, ante todo, conocimiento de las cosas
celestes, Dios, Cristo, los ángeles, Abraham, Isaac, Jacob, etc. Y es conveniente hacerlo antes que
todo lo demás, que habrá de suspenderse entretanto, ya por la incertidumbre de la vida para que
nadie sea llevado desprevenido, ya también porque las primeras impresiones se grabanprofundamente y (si son tantas) hacen más firmes y seguras las que vienen después.
4. Además, Dios, mirando por su pueblo escogido, no le señaló la escuela, sino en sus atrios; donde
se constituyó en Doctor nuestro, nos hizo sus discípulos, y la doctrina, la voz de sus oráculos. Así
habla por medio de Moisés: Oye, Israel, tu Señor Dios es uno solo. Así, pues, amarás al Señor tu
Dios con todo tucorazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Y pondrás en tu corazón estas
palabras que yo te ordeno hoy, y las narrarás a tus hijos y meditarás sobre ellas sentado en tu casa y
andando por el camino, durmiendo y levantándote, etcétera. (Deuter. 6. 4., etc.) Y por Isaías:
Yo soy el Señor tu Dios que te enseña lo útil y te dirige por el camino que andas (48. 17). Y en otro
lado: ¿Por ventura elpueblo consultará a su Dios? (8. 19). Y Jesucristo: Escudriñad las Escrituras
(Juan. 5. v. 39).
5. Que esta misma voz suya es la refulgente luz de nuestro entendimiento, la regla perfectísima de
nuestras acciones y el auxilio eficaz de nuestra impotencia en uno y otras, lo atestigua
suficientemente con estas palabras: ¡He aquí que yo os enseñé estos estatutos y leyes! Los
observaréis ycumpliréis. Pues ésta es vuestra sabiduría y prudencia a los ojos de los pueblos que
una vez que lo hayan oído, dirán: ¡Qué pueblo tan sabio y prudente es esta gente! (Deut. 4. 5. 6).
Así dice también a Josué: El libro de esta ley nunca se apartará de tu boca, sino que meditarás
acerca de él días y noches. Y entonces adelantarás en tus caminos, y todo te saldrá bien (Josué 1. 8).
Y por David: Ladoctrina de Jehová es íntegra, y da fuerza al alma; testimonio veraz de Jehová, que
da sabiduría a los ignorantes (Salmo 19. 8). Por último, el Apóstol afirma que la Escritura inspirada
por la divinidad es útil para la doctrina, etc., para hacer perfecto al hombre de Dios (2. Tim. 3. 16.
17). Lo que igualmente conocieron y practicaron los más sabios de los hombres (quiero decir los
cristianos...
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