Capitulo I y II

Capitulo I
Los escasos habitantes de El idilio, un pueble perdido en la selva, y un puñado de viajeros que venían de las cercanías se reunieron en el muelle, esperando ser atendidos por el dentistaRubicundo Loachamín, hijo ilegitimo de un emigrante ibérico y heredero de la terrible bronca que sonada pidiendo autoridad, pero los motivos de su odio se perdían en la juventud nueva y su actitud lotransformaba en una especie de verruga moral que lo hacía simpático; calmaba los dolores de los pacientes con una extraña anestesia oral.
Los pacientes, personas sobrevivientes de la malaria, seagarraban de los costados del sillón, respondían a su dolor abriendo excesivamente los ojos y sudando a mares, algunos querían retirar de sus bocas las manos impertinentes del dentista, pero este legritaba que quitaran la mano para así permitirle hacer su trabajo que nadie tenía la culpa de tener los dientes así que solo el Gobierno.
Mientras tanto a lo lejos se divisaba la pequeña tripulación delSucre, que traía consigo racimos de banano verde y café en grano. Este llegaría al Idilio, apenas el dentista terminase su labor, este luego navegaría las aguas del río Nangaritza para luego desembocaren el Zamora, y luego de cuatro días arribar al puerto del Dorado.
El doctor Loachamín visitaba el Idilio dos veces al año, al igual que el empleado de correos, quién raramente llevaba correspondenciaa algún habitante, solo papeles oficiales destinados para el alcalde, o retratos graves y descolorados por la humedad de los gobernadores de turno.
Los únicos contentos en la cercanía de la consultaeran los jíbaros, que eran indígenas de dientes afilados con piedras de rio rechazados por su propio pueblo, el shuar, por considerarlos degenerados con las costumbres de los blancos. Existía una grandiferencia entre un Shuar orgulloso quién conocía muy bien el Amazonas, y un Jíbaro, como los que estaban en El Idilio esperando la atención del dentista.
Después de atender al último paciente, el...