CAPÍTULO II

Páginas: 65 (16179 palabras) Publicado: 30 de septiembre de 2015
CAPÍTULO II.
LA JOVEN.
Durante toda su infancia, la niña se ha sentido vejada y mutilada; pero, no obstante, se
tenía por individuo autónomo; en sus relaciones con sus padres, sus amigos, en sus
estudios y sus juegos, se descubría en el presente como una trascendencia: no hacía sino
soñar su futura pasividad. Una vez púber, el porvenir no solo se acerca, sino que se
instala en su cuerpo, setransforma en la más concreta realidad. Conserva el carácter fatal
que siempre ha tenido; mientras el adolescente se encamina activamente hacia la edad
adulta, la joven acecha la apertura de ese período nuevo, imprevisible, cuya trama ya está
urdida y hacia la cual la arrastra el tiempo. Desprendida ya de su pasado de niña, el
presente solo se le aparece como una transición; no descubre ningún finválido, sino
únicamente ocupaciones. De manera más o menos disfrazada, su juventud se consume
en la espera. Ella espera al Hombre.
Ciertamente, el adolescente también sueña con la mujer, la desea; pero ella no será
jamás sino un elemento de su existencia: no resume su destino; desde su infancia, la
niña, ora desease realizarse como mujer, ora quisiera superar los límites de su feminidad,
ha esperadodel varón realización y evasión; tiene este el rostro deslumbrador de Perseo,
de San Jorge; es un libertador; es también rico y poderoso, tiene las llaves de la dicha, es
el Príncipe Azul. Presiente que, bajo sus caricias, se sentirá transportada por la gran
corriente de la Vida, como en los tiempos en que reposaba en el regazo materno;
sometida a su dulce autoridad, encontrará la misma seguridadque en los brazos de su
padre: la magia de los abrazos y de las miradas la petrificará de nuevo en ídolo. Siempre
ha estado convencida de la superioridad viril; este prestigio de los varones no es un pueril
espejismo; tiene bases económicas y sociales; los hombres son los dueños del mundo sin
discusión; todo se inclina a hacer que la adolescente centre su interés en hacerse vasalla;
sus padres lacomprometen a ello; el padre se muestra orgulloso de los éxitos
conseguidos por su hija, la madre ve en ellos la promesa de un próspero porvenir; las
compañeras envidian y admiran a aquella que recoge el mayor número de homenajes
masculinos; en los institutos americanos se mide el nivel de una estudiante por el número
de «citas» que acumula. El matrimonio no solo es una carrera honorable y menosfatigosa
que otras muchas, sino que únicamente él permite a la mujer acceder a su dignidad social
íntegra y realizarse sexualmente como amante y como madre. Bajo esta figura es como
su entorno encara su porvenir y ella misma así lo encara. Se admite unánimemente que la
conquista de un marido -o, en ciertos casos, de un protector- es para ella la más
importante de las empresas. En el hombre se encarnaa sus ojos el Otro, así como para el
hombre él se encarna en ella: pero ese Otro se le aparece al modo de lo esencial y ella se
tiene ante él como lo inesencial. Se liberará ella del hogar paterno, de la influencia
materna y se abrirá al porvenir no mediante una conquista activa, sino entregándose
pasiva y dócil en manos de un nuevo amo.
Se ha pretendido a menudo que, si se resignaba a esadimisión, era porque física y
moralmente se juzgaba entonces inferior a los varones e incapaz de rivalizar con ellos:
renunciando a una competencia, descargaría en un miembro de la casta superior el
cuidado de asegurar su dicha. En realidad, su humildad no proviene de una inferioridad
dada, sino que, por el contrario, esa humildad engendra todas sus insuficiencias; el origen
de esa inferioridad está enel pasado de la adolescencia, en la sociedad que la rodea y,
precisamente, en ese porvenir que le es propuesto.

Ciertamente, la pubertad transforma el cuerpo de la jovencita. Es más frágil que antes; los
órganos femeninos son vulnerables; su funcionamiento, delicado; insólitos y
embarazosos, los senos son un fardo; en los ejercicios violentos, recuerdan su presencia,
tiemblan, duelen. En...
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