Carl Sagan - Un Punto Azul Palido

Páginas: 469 (117028 palabras) Publicado: 25 de agosto de 2011
CARL SAGAN
UN PUNTO AZUL PÁLIDO UNA VISIÓN DEL FUTURO HUMANO EN EL ESPACIO
Traducción de Marina Widmer Caminal Editorial PLANETA ISBN 8408016458 Cuarta edición: Noviembre de 2003

PARA SAM OTRO NÓMADA. DESEO QUE SU GENERACIÓN PUEDA VER
MARAVILLAS INIMAGINABLES

NÓMADAS INTRODUCCIÓN
Pero decidme, ¿Quienes son esos nómadas? RAINER MARIA RILKE > (1923)

Fuimos nómadas desde loscomienzos. Conocíamos la posición de cada árbol en cien millas a la redonda. Cuando sus frutos o nueces habían madurado, estábamos allí. Seguíamos a los rebaños en sus migraciones anuales. Disfrutábamos con la carne fresca, con sigilo, haciendo amagos, organizando emboscadas y asaltos a fuerza viva, cooperando unos cuantos conseguíamos lo que muchos de nosotros, cazando por separado, nunca habríamoslogrado. Dependíamos los unos de los otros. Actuar de forma individual resultaba tan grotesco de imaginar como establecernos en lugar fijo. Trabajando juntos protegíamos a nuestros hijos de los leones y las hie-

nas. Les enseñábamos todo lo que iban a necesitar. También el uso de las herramientas. Entonces, igual que ahora, la tecnología constituía un factor clave para nuestra supervivencia. Cuandola sequía era prolongada o si un frío inquietante persistía en el aire veraniego, nuestro grupo optaba por ponerse en marcha, muchas veces hacia lugares desconocidos. Buscábamos un entorno mejor. Y cuando surgían problemas entre nosotros en el seno de la pequeña banda nómada, la abandonábamos en busca de compañeros más amistosos. Siempre podíamos empezar de nuevo. Durante el 99,9% del tiempodesde que nuestra especie inició su andadura fuimos cazadores y forrajeadores, nómadas moradores de las sabanas y las estepas. Entonces no había guardias fronterizos ni personal de aduanas. La frontera estaba en todas partes. Únicamente nos limitaban la tierra, el océano y el cielo; y, ocasionalmente, algún vecino hostil. No obstante, cuando el clima era benigno y el alimento abundante estábamosdispuestos a permanecer en lugar fijo. Sin correr riesgos. Sin sobrecargas. Sin preocupaciones. En los últimos diez mil

años —un instante en nuestra larga historia— hemos abandonado la vida nómada. Hemos domesticado a animales y plantas. ¿Por qué molestarse en cazar el alimento, cuando podemos conseguir que éste acuda a nosotros? Con todas sus ventajas materiales, la vida sedentaria nos ha dejadoun rastro de inquietud, de insatisfacción. Incluso tras cuatrocientas generaciones en pueblos y ciudades, no hemos olvidado. El campo abierto sigue llamándonos quedamente, como una canción de infancia ya casi olvidada. Conquistamos lugares remotos con cierto romanticismo. Esa atracción, sospecho, se ha ido desarrollando cuidadosamente, por selección natural, como un elemento esencial para nuestrasupervivencia. Veranos largos, inviernos suaves, buenas cosechas, caza abundante; nada de eso es eterno. No poseemos la facultad de predecir el futuro. Los eventos catastróficos están al acecho, nos cogen desprevenidos. Quizá debamos nuestra propia existencia, la de nuestra banda o incluso la de nuestra especie a unos cuantos personajes inquietos, atraídos por un ansia que apenas eran capaces dearticular o comprender hacia nuevos

mundos y tierras por descubrir. Herman Melville, en Moby Dick, habla en favor de los aventureros de todas las épocas y latitudes: «Me agita una atracción permanente hacia las cosas remotas. Adoro surcar mares prohibidos...» Para los antiguos griegos y romanos, el mundo conocido comprendía Europa, y unas Asia y África limitadas, rodeadas de un mundo oceánicoinfranqueable. Los viajeros podían toparse con seres inferiores, a los que llamaban bárbaros, o bien con seres superiores, que eran los dioses. Todo árbol poseía su dríade* toda región, su héroe legendario. Pero no había muchos dioses, al menos al principio, quizá sólo unas cuantas docenas. Habitaban en las montañas, bajo la superficie de la tierra, en el mar o ahí arriba, en el cielo. Enviaban...
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