Carmela

Los patios se conectaban formando una ele, en cuyo ángulo recto se levantaba una edificación precaria; dos habitaciones y una cocinita-lavadero desmantelada.
En una de esas habitaciones, bien pintada y prolijamente arreglada, yacía Carmela. La hermana menor de Delia, segunda esposa de mi abuelo materno.

Carmela no tenía edad para mí. Desde que tuve conciencia de su existencia peinaba canas,en un cabello lacio y finito que caía desprolijamente a los lados de un rostro esquelético. Su aspecto era tenebroso. Siempre estaba ver como elipsis: (siempre, envuelta en camisones blancos )envuelta en camisones blancos, muy bien cuidados, con puntillas y suaves bordados enmarcando el escote. Sus brazos eran tan delgados como sus piernas, pero a diferencia de éstas, se movían sin control, alcompás de balbuceos sin sentido.

La espiaba por una pequeña abertura que dejaban las cortinas descorridas, para que el sol entrara en esa habitación del patio.

A veces me quedaba horas mirándola. Parecía hablar con alguien que por momentos pareciera estaba en el techo y otras en el mosaico, prolijamente lavado por su hermana, Delia, que la cuidaba desde la muerte de su madre, una pequeñacalabresa con facciones tan duras como su temperamento.

Siendo niña esta italiana del sur había sido casada con un señor mayor al que nunca amó. En su rostro se veían los surcos de la amargura. Primero este marido, luego el viaje a América. La llegada de dos hijos y el nacimiento de Carmela. Había nacido sorda, pareciera, según murmuraban los adultos, de una rubeola que la madre tuvo entrado sutercer mes de embarazo.

Ser sorda en aquellos años del comienzo del siglo XX era un estigma que la aisló del mundo y sobre todo de los hombres, ya que a estos los detestaba.

Nunca supe bien por/qué pero a los hombres no los quería. Mi abuelo materno lo supo un día que fue a presentar sus respetos a la calabresa y a pedir la mano de su hija Delia, solterona por esos años sin demasiadasexpectativas de casarse, destinada al cuidado de esta madre mayor y de esta hermana enferma.

Carmela salió de su habitación y le tiró por la cabeza un caracol de mar, enorme, por la cabeza, que de haberle pegado hubiera terminado con la ilusión de su hermana Delia: hallar un hombre con quien casarse.

Desde ese mismo día se dispuso que mi abuelo no entrara más en esa casa y que Delia, una vezrealizados los votos matrimoniales, como Dios manda, se mudaría a la casa de él y atendería, durante el día a su madre y hermana, hasta la noche cuando mi abuelo la iría a buscar y la llevaría a la casa matrimonial. Este párrafo está trabado en l a lectura. Tal vez modificando tiempos verbales…

Aquí se pone realmente en marcha e intensa tu narración:

Así pasaron los años hasta que la pequeñacalabresa falleció. Tenía más de 90 años cuando le llegó su hora. Delia, ya no podía dejar sola por las noches a Carmela, razón por la cual, por la que acondicionaron la habitación del ángulo de la ele que unía mi patio con el de la casa de mi abuelo y prepararon su mudanza.

Yo miraba todo sin comprender nada, porque por esa época, a los niños no se les hablaba directamente de las decisiones quetomaban los adultos.

Siempre fui curiosa por lo que miraba, escuchaba y sacaba mis propias conclusiones, uniendo de acá y de allá fragmentos de lo que sería una parte de mi historia infantil.

Esa primera mañana que conocí a Carmela, jugaba distraídamente bajo las mandarinas con mi perro Renato cuando escuché que alguien hablaba de una forma tan rara que hasta mi cachorro se detuvo y elevó susorejas para prestar atención.

Habría llegado algún extranjero y yo no lo sabía? Era normal escuchar a mi abuela paterna con sus hermanas, hablar en su dialecto del norte de Italia pero esto no se parecía en nada al dulce acento italiano. Tampoco parecía haber diálogo. Más bien, era un monólogo gutural que ya me estaba asustando.

Fui acercándome hacia donde el sonido se hacía más intenso....