Carminum

Páginas: 15 (3622 palabras) Publicado: 1 de octubre de 2015
Horacio
Carminum I, 3 (El viaje de Virgilio)

Que la poderosa diosa de Chipre
y los hermanos de Helena, lucientes astros,
y el padre de los vientos te guíen,
y sople el Yápige favorable,
oh nave que me debes a Virgilio, a ti confiado.
Te ruego que lo restituyas incó1ume
a las regiones Áticas
y conserves así la mitad de mi alma.
De roble y triple acero
estaba rodeado el pecho
de quienatravesó por vez primera
el piélago cruel en frágil balsa,
y no temió los ímpetus del Ábrego
en lucha con los Aquilones,
ni a las Híades tristes,
ni la rabia del Noto,
dueño absoluto del Adriático
que a su gusto levanta o apacigua las olas.
¿Qué cercanía de la muerte infundió miedo
a aquel que con los ojos secos
vio los monstruos nadando,
el mar airado y los infames
arrecifes deAcroceraunia?
En vano un dios prudente
separó la tierra del insociable Océano,
si es que naves impías
surcan prohibidas aguas.
Audaz en perpetrarlo todo,
la raza humana se precipita
por el abismo de lo sacrílego;
audaz, el linaje de Jápeto
trajo el fuego a los hombres,
valiéndose de engaños;
y, tras el fuego, arrebatado
de la mansión celeste,
la palidez y una cohorte nueva
de fiebresinvadieron la tierra,
y la necesidad de morir,
tardía en otras épocas,
adelantó su paso y su llegada;
Dédalo atravesó el éter vacío
con alas no otorgadas al hombre;
un trabajo de Hércules
traspasó el Aqueronte:
nada imposible hay para los mortales.
En nuestra estupidez,
ambicionamos el propio cielo,
y, por culpa de nuestros crímenes,
no dejamos que Júpiter deponga
sus rayos iracundos.Carminum I, 11 («Carpe diem»)

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
yadapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el dia de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.
Carminum I, 14 (La nave del estado)

¿Te llevarán al mar, oh nave, nuevas olas?
¿Qué haces? ¡Ay! No te alejes del puerto.
¿No ves cómo tus flancos están faltos de remos
y, hendido el mástil por el raudo Ábrego,
tus antenas se quejan, ya duras penas
puede aguantar tu quilla sin los cables
al cada vez más agitado mar?
No tienes vela sana, ni dioses
a quienes invocar en tu auxilio,
y ello por más que seas pino del Ponto,
hijo de noble selva, y te jactes
de un linaje y de un nombre inútil.
Nada confía el marinero, a la hora del miedo,
en las pintadas popas. Mantente en guardia,
si es que no quieres ser juguete delviento.
Tú, que fuiste inquietudes para mí
y eres ahora deseo y cuidado no leve,
evita el mar, el mar que baña
las Cícladas brillantes.
Carminum I, 23 (A Cloe)

Me evitas, Cloe, como el cervatillo
que por desviados montes busca
a su asustada madre, no sin vano
temor del aire y del follaje.
Si se agitan al viento las hojas del espino
si los verdes lagartos hacen que cobren
vida las zarzas,siente miedo,
su corazón tiembla, y sus rodillas.
Y, sin embargo, yo no te persigo,
como un tigre feroz o un león Gétulo,
para hacerte pedazos. Sólo quiero
que dejes de seguir a tu madre,
pues tienes edad ya de seguir a tu esposo.
Carminum I, 30 (A Venus)

Oh Venus, reina de Gnido y Pafos,
abandona tu Chipre tan querida
y acude a la adornada estancia
de Glícera, la que te invoca
con numerosoincienso.
Venga contigo el Niño ardiente
y las Gracias de talles desceñidos;
vengan las Ninfas y la Juventud,
que sin ti a nadie atrae;
venga Mercurio.
Carminum I, 35 (A la Fortuna)

Oh diosa, tú que riges la grata Ancio
y eres capaz, con tu presencia, de elevar
a un mortal del peldaño más bajo
o trocar en exequias las soberbias victorias.
A ti acude, con solícito ruego,
el pobre...
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