Carmona, Ciudad Con Alma
Escribir que Carmona es un punto de nuestro sur luminoso donde hay que detenerse no es original, antes de ahora ya se habían percatado de su portentosa conjunción de arqueología e historia, cultura y modernidad, mágicos enclaves y urbanismo los reyes, filósofos, intelectuales y pueblos de todas las épocas (desdeel paleolítico), que dejaron sus huellas en los rincones y en las plazas y la hicieron merecedora de un reconocido prestigio universal. Claro que es una belleza, claro que hay que perderse por sus calles, olvidarse de la cercanía a la capital y fantasear, como si se estuviera en un paraíso. La civilización, la gastronomía y la sensibilidad singulares son parte de su acervo. La curiosidad detodos los géneros tiene aquí satisfacción, fuentes donde saciarse.
Supongo que los carmonenses saben todo esto y mucho más y que serán tachados injustamente de chovinistas cuando, fuera de Andalucía, ensalcen sus monumentos, su hospitalidad, su pasado y las mil y una razones que hacen de esta localidad un sitio realmente inolvidable.
Carmona es lo contrario de esas aglomeraciones urbanasmodernas, concebidas únicamente para que los hombres duerman el escaso tiempo que están fuera del trabajo. Ciudades sin tradición, sin espíritu, sin alma; un modelo que, afortunadamente, en España casi no existe, dado el retraso con el que nos incorporamos a la revolución industrial. Es lo contrario de las llamadas por Lewis Mumford “ciudades paleotécnicas", donde se acumulan las viviendas y donde se haperdido el valor de la calle o la piaza como lugar de relación o comunicación. Es alta, clara y noble. Por sus aceras se presienten los espíritus de los centuriones romanos, el vaho de los sabios almohades, las hazañas de Pedro I. En sus adarves se palpa un misterio digno de conservarse y algunos nombres -Maese Rodrigo- nos transportan en el tiempo, como sus adoquinados de siempre. Porque enCarmona la palabra siempre se materializa y los trazados primitivos conviven con el paisaje urbano de este siglo. En Carmona se comprende qué es una ciudad con alma, una ciudad donde la historia, como en los árboles, va marcando en capas sucesivas su influencia y su enseñanza, su legado y su hermosura. Es el mirador de los alcores, un balcón instigador de sueños.
Pero los sueños no siempre sirvenpara conducir a los pueblos y conseguir metas maravillosas. A veces “un sueño”, como el de su actual alcalde por terminar el Paseo del Estatuto, puede ser una legítima aspiración personal, pero una lamentable experiencia colectiva.
Quien conociera esta ciudad hace cuatro años recordará el camino que enlazaba la Puerta de Sevilla, la calle de San Pedro y el Teatro Cerezo con las calles Sevilla, deEnmedio y San Francisco. Y esta última con su necrópolis y anfiteatro. Era un paseo con dos áreas muy bien delimitadas; por un lado una vía rápida, por donde se transitaba camino de la carretera nacional; y por otro una tranquila isleta con árboles y una calzada que servía de transición al entorno más íntimo de la ciudad, con sus pequeñas entradas, con sus comercios, con su apacible vidapueblerina. En la actualidad un páramo de cemento, inhóspito, sin duende, muestra repentinamente la fachada del Cerezo o las alturas del Parador. El factor sorpresa ya no existe y se añora con nostalgia descubrir, poco a poco, los distintos episodios arquitectónicos que el antiguo trazado nos ofrecía. Lo que se desea es pasar cuanto antes este desierto gris para alcanzar la cota de la Puerta de Sevillay recuperar una escala de ciudad más amable y doméstica.
Desde la perspectiva virtual, siempre engañosa, se auguraba un lugar moderno, con diseño vanguardista; parecía que, de repente, la ciudad urgía de una transformación poderosa que, sin dudas, dejara marcada la huella de nuestro tiempo. Y así ha sido, pero la realidad ha dejado a muchos de nosotros, visitantes, vecinos o amantes de Carmona...
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