Carta abierta a los que todavía juegan

“Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”: ¿es en ese terreno de juego donde cultivamos el espíritu deportivo en esta comunidad?
En una cancha donde veintidós pibes deberían ocuparse únicamente de sentir la camiseta, y de disfrutar, sin mayores distracciones que el goce incondicional de jugar a la pelota, muchos vemos y oímos (con ciertodesconsuelo) los estúpidos gritos del fanatismo. Y en este punto es obligatorio hacer una pausa y elaborar una breve aclaración que nos permita hacer las concesiones necesarias para llegar a un acuerdo. Varios se van a excusar argumentando: “la pasión es un sentimiento sagrado”, “los trapos mandan”, “el agite es así”, y toda una gama de frases prefabricadas que justificarían el escaso o nulopensamiento reflexivo. Con justa razón es preciso acordar que la pasión y el fanatismo son dos cosas completamente diferentes. Está perfectamente claro que alentar a nuestro equipo y a sus jugadores apasionadamente es cosa indiscutible, lo hacemos porque nos resulta inevitable, es una energía incontenible que estalla desde el pecho, pero ¿realmente nadie puede ver que se avecina un gigantesco cataclismo apartir del fútbol? Y en cualquier lugar del mundo, no sólo en esta parte donde para las calamidades siempre estamos a la cabeza. Vamos directo hacia la locura. Existen personas que están ‘usurpando’ las tribunas de una cancha de fútbol para gritar toda clase de barbaridades a sus propios vecinos y a sus hijos, a las mismas personas que al otro día a la mañana se cruzan en el almacén, en lapanadería o en ‘la esquina’. Yo no he ido ni una sola vez a presenciar un clásico de la sub 15, pero, lamentablemente, la casa de mi familia es una platea preferencial desde donde, en varias oportunidades, pude escuchar ese espectáculo bizarro. Y eso no tiene otro nombre que fanatismo, una prolongación perniciosa de la cerrazón y el dogmatismo propios de aquellos que cegados por la incomprensión de unmundo en constante cambio, prefieren continuar con las “costumbres heredadas” a hacer algo por la evolución de los individuos de su propia comunidad.
De ninguna manera voy a ser yo quién menoscabe la trascendencia de este deporte maravilloso que a muchos nos define hasta los niveles más íntimos, tampoco voy a cuestionarle las virtudes que lo hacen elevarse muchas veces por sobre las demásdisciplinas, inclusive por encima del arte. Quizá que así sea, es una cosa de locos, pero de ninguna manera los voy a correr para donde disparan. Porque si el fútbol nos representa, y también proyecta ciertas caras de nuestras realidades, ¡puta madre que somos feos!
Es indiscutible que nuestros antepasados en sus búsquedas personales han transitado y allanado con éxito el comienzo del camino para todosnosotros, pero es sólo el comienzo. Todo cambia a una velocidad vertiginosa y si realmente deseamos un futuro más elevado para los chicos, sabemos que: “hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes, eso si es cosa de locos”.
Pero volvamos a la frase inicial “un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”. El mundo que nos toca vivir nostienta permanentemente con el “progreso personal”, con una tendencia irrefrenable al éxito de reconocimiento masivo y con la plena adquisición y posesión de los derechos de la adultez. De manera deliberada, se fomenta la admiración por la precocidad, nos encanta que los niños vivan situaciones adultas. Ahora bien... ¿Qué es una situación adulta? Según parece, tener deseos violentos y ansias deposesión. O quizás adquirir cierto aplomo mundano que permite usar frases tales como: "fracasado de mierda", "cornudo hijo de puta", o "das vergüenza forro, sos un amargo" (sólo por nombrar los insultos más usados y menos agresivos).
Bueno, a todo esto contesto que para ser un imbécil no hay apuro. La precocidad de un pendejo que la rompe jugando al fútbol es admirable, la precocidad de un miserable...