Carta Al Padre
La opción profesional, por ejemplo. Sin duda me diste en este aspecto una libertad absoluta, de acuerdo con tu manera de obrar, magnánima e inclusotolerante en este sentido. Aunque también en esto te regías por la forma general de tratar a los hijos; para ti normativa, propia de la clase judía, o al menos por los juicios de valor de esta clase social. En definitiva, intervino también uno de tus malentendidos respecto a mi persona. Por orgullo paterno, por desconocimiento de mi verdadera forma de ser, por conclusiones que sacas de mi debilidad,siempre me has considerado muy trabajador. En tu opinión, de niño estudiaba sin descanso y después escribía también sin descanso. Esto no puede estar más lejos de la verdad. Exagerando mucho menos, sería mejor decir que estudié poco y no aprendí nada, el hecho de que; en tantos años, con una memoria mediana, con una inteligencia no del todo mala, se me haya pegado algo, no tiene nada de raro; entodo caso, el resultado global en cuanto a conocimientos, y sobre todo en cuanto a la fundamentación de los mismos, es extraordinario lamentable en comparación con el gasto de tiempo y de dinero ( en medio de una vida exteriormente lamentable en comparación con el gasto de tiempo y de dinero ( en medio de una vida exteriormente tranquila y sin cuidados), pero principalmente en comparación con casitoda la gente que conozco. Es algo deplorable, pero comprensible para mí. Desde que tengo uso de razón, he tenido que preocuparme con tanta intensidad de afirmar espiritualmente mi existencia, que todo lo demás me ha sido indiferente. Los estudiantes judíos de Instituto que hay entre nosotros pueden ser tipos algo extraños; uno puede encontrarse con los casos más inverosímiles, pero mi fríaindiferencia, apenas velada indestructible, de un desamparo infantil, rayana en el ridículo, llena de una autosatisfacción animal, una indiferencia propia de un niño dotado de una imaginación autosuficiente, pero fría, no he vuelto a encontrarla en parte alguna, y era sin duda, también aquí, la única defensa contra el desgaste nervioso producido por el miedo y la sensación de culpabilidad. No tenía...
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