Carta Al Padre

Páginas: 6 (1343 palabras) Publicado: 25 de octubre de 2011
Con tu adversión atacaste de un modo, más acertado mi actividad de escribir y todas aquellas cosas, para ti desconocidas, que se relaciona-ban con ella. En dicha actividad, había conquistado de hecho cierta independencia respecto a ti, aunque esa independencia recordaba un poco la del gusano, el cual, cuando un pie le aplasta la parte trasera, intenta soltarse con la delantera y se arrastra haciaun lado. En cierto modo me sentía a salvo escribiendo, podía respirar; la repulsión que, como s natural, sentía también hacia mis escritos, me resultaba excepcionalmente bienvenida. Mi vanidad, mi orgullo se resentían, es cierto, cuando acogías la aparición de mis libros con una frase que se hizo famosa entre nosotros: “¡Ponlo en la mesita de noche!” (Casi siempre estabas jugando a cartas cuandollegaba un libro), pero en el fondo me sentía a gusto, no sólo por una malicia que se alzaba contra ti, no sólo por el placer de confirmar nuevamente mi concepción de nuestras relaciones, sino porque, básicamente, aquella formula me sonaba como si dijeras: “¡Ahora eres libre!” Naturalmente se trataba de un engaño, no era libre o, en el mejor de los casos, no lo era aún. Mis escritos trataban deti; en ellos exponía las quejas que no podía formularte directamente, reclinándome en tu pecho. Era una despedida de ti, intencionalmente dilatada; sin duda eras tú quien la imponía, pero seguía la dirección que yo fijaba. No obstante, ¡qué poca cosa era todo aquello! Sólo merece la pena comentarlo porque ocurrió en mi vida; en cualquier otro contexto sería totalmente imperceptible, y también porquedominó mi vida, como un presentimiento en la infancia, más tarde como una esperanza, y m{as tarde todavía como una desesperación que me asaltaba a menudo; y dictó – tomando de nuevo tu forma, si se quiere - mis pocas e insignificantes decisiones.
La opción profesional, por ejemplo. Sin duda me diste en este aspecto una libertad absoluta, de acuerdo con tu manera de obrar, magnánima e inclusotolerante en este sentido. Aunque también en esto te regías por la forma general de tratar a los hijos; para ti normativa, propia de la clase judía, o al menos por los juicios de valor de esta clase social. En definitiva, intervino también uno de tus malentendidos respecto a mi persona. Por orgullo paterno, por desconocimiento de mi verdadera forma de ser, por conclusiones que sacas de mi debilidad,siempre me has considerado muy trabajador. En tu opinión, de niño estudiaba sin descanso y después escribía también sin descanso. Esto no puede estar más lejos de la verdad. Exagerando mucho menos, sería mejor decir que estudié poco y no aprendí nada, el hecho de que; en tantos años, con una memoria mediana, con una inteligencia no del todo mala, se me haya pegado algo, no tiene nada de raro; entodo caso, el resultado global en cuanto a conocimientos, y sobre todo en cuanto a la fundamentación de los mismos, es extraordinario lamentable en comparación con el gasto de tiempo y de dinero ( en medio de una vida exteriormente lamentable en comparación con el gasto de tiempo y de dinero ( en medio de una vida exteriormente tranquila y sin cuidados), pero principalmente en comparación con casitoda la gente que conozco. Es algo deplorable, pero comprensible para mí. Desde que tengo uso de razón, he tenido que preocuparme con tanta intensidad de afirmar espiritualmente mi existencia, que todo lo demás me ha sido indiferente. Los estudiantes judíos de Instituto que hay entre nosotros pueden ser tipos algo extraños; uno puede encontrarse con los casos más inverosímiles, pero mi fríaindiferencia, apenas velada indestructible, de un desamparo infantil, rayana en el ridículo, llena de una autosatisfacción animal, una indiferencia propia de un niño dotado de una imaginación autosuficiente, pero fría, no he vuelto a encontrarla en parte alguna, y era sin duda, también aquí, la única defensa contra el desgaste nervioso producido por el miedo y la sensación de culpabilidad. No tenía...
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