Carta de amor - Rodolfo Usigli

Páginas: 16 (3896 palabras) Publicado: 29 de septiembre de 2014
I
lo

Rodolfo Usigli
CARTA DE AMOR

Monólogo heterodoxo
en tres pliegos
y un post-scriptum

A Alfredo Cardona Peña,
que me reprochó amistosamente la ausencia
de este género en mi obra, este intento
cuyo lema podría ser "sin pre ni postfacio".
Con admiración al amigo y admiración
al poeta.
-R.U.

U9

~.'.!?
~

EL HOMBRE
LAS SILUETAS

Los Ecos
EL TELÉFONO
LA MUJER AQUIEN NO SE VE

de sol, como un milagro de luz, sentada a una mesa del fono
do, cerca de una ventana contra cuyo cristal se recorta la
silueta de tu cabeza, ya con aquel sombrero blanco de verano, ya con el fieltro verde del otoño, ya con el gorro de foca
nonata del invierno, ya descubierta, airosa, serena: cabeza de
diosa, con tu pelo corto teñido de un rojo suave y discreto
o de un rubioceniciento. Y si te vuelves para mostrar tu pero
fil, veo, como de rodillas, en adoración, tu pequeña, fabulosa
increíble nariz que hubiera envidiado Cleopatra. Pero no eres
tú. Eres siempre tú y nunca ere tú, ¿entiendes? Nunca ya.
Te espero aquí, en el parque, mientras el sol se pone con
perezosa, lánguida lentitud en el verano, retrasándose a cada
paso como un niño que sale de la escuela y noquiere toda.
vía llegar a casa, burlándose un poco de las lucls eléctricas
que se encienden y que él vuelve invisible €on ufl chasqueo
de los traviesos dedos. Y te espero aquí en el otoño, cuando
el sol, receloso del invierno inminente, se fuga hacia otro,
misterioso punto cardinal y nos abandona en brjos de la
noche prematura y sin secreto que es entonces 1 tarde. Y
en el invierno,convidado de piedra, en el inviem blanco y
negro, en el que no se sabe cuál negrura es más grande y más
cerrada, si la que ciega la luz o la que presta una como falsa
blancura espectral a la nieve que cae, cae, cae porque no
puede hacer otra cosa, porque no tiene otra cosa que hacer.
Te espero aquí, en tu parque, en nuestro parque, en nues·
tra banca, en tu banca.
Tengo que volver a casa porquequizá llamarás hoy al fin
y no puedo dejar de estar allí para escuchar tu voz que me
llena de una dulzura inefable de menta y de jengibre, que
siempre me ha embriagado un poco. Pero ahora mismo, al
levantarme, me arrebata de pronto la impresión de que voy
a encontrarte, de que vamos a tropezar el uno con el otro en
tal forma que no podremos menos que caer tú en mis brazos,
yo en los tuyos, ynos echaremos a reír a carcajadas. ¡De
pura felicidad!

Cortinas, practicables todas, enmarcan la escena, y se correrán
y descorrerán automáticamente en toda apariencia al paso del
texto recitado por el actor.

Un diván a la derecha, un librero-bar a la izquierda, al centro una mesa Regencia, con papel y otros útiles de escribir, y
un sillón del mismo estilo, de espaldas a la sala.
Allevantarse el telón, EL HOMBRE aparece al fondo, atisbando hacia afuera por entre las cortinas, sin atreverse a descorrerlas en apariencia. Como si cobrara de pronto conciencia de la
presencia del público, se vuelve hacia el frente. Es de edad indefinida, más bien maduro, pero con relámpagos de juventud y
sombras de vejez en ciertos momentos, y conforme al texto.
Mira al frente, consulta sureloj-pulsera, sacude la cabeza. Va
a la mesa que hayal centro, toma una hoja de papel y lee en
ella. Mueve a un lado la mesa y el sillón. Va a la derecha, donde está el diván Récamier, lo empuja hasta el fondo centro,
enciende una lámpara de pie que proyecta una luz verde, y se
sienta mirando al frente, con la hoja de papel siempre entre las
manos. Habla con matizada lentitud, como si leyera.Pliego primero
EL HOMBRE: Amor mío: Todo está en orden. Son las cinco
de la tarde y estoy sentado en nuestra banca del parque, esperándote. Ya sé que es una tontería, ya sé que no vendrás
nunca más, ya sé que has huido de mí. Pero aquí estoy, sabes. Y estoy esperándote. ¿ Por qué? Quizá porque no tengo
nada mejor que hacer; quizá porque esperarte se ha convertido para mí en una forma...
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