Carta del Indio
Facultad de Ciencias Humanas
Escuela de Sociología y Ciencias Políticas
Teoría Económica
Samantha Romero
Carta del Jefe Seattle
Dicen que un día hubouna gran explosión, masas ardientes que se expandieron y se enfriaron para dar origen a los planetas. Nació la Tierra y, con ella, un sinfín de mundos que ofrecían un regazo protector para nuestraespecie; sin embargo, la codicia no tardó en contaminar al espíritu humano, a quienes no nos bastó satisfacer únicamente nuestra necesidad, sino que buscamos satisfacer nuestro apetito de superioridadante las especies hermanas con quienes convivíamos en un mismo hogar.
Coincido en que los seres humanos hemos fracturado nuestros lazos enérgicos con la naturaleza, degenerándolos en pueriles relacionesde producción y dominación. Así, olvidamos la esencia de lo que lo natural alguna vez representó para nuestros antepasados, desechamos lo sagrado de nuestra tierra, convertimos nuestro hogar en unafábrica de excesos y violamos al Dios de nuestros padres. La voracidad nos cegó a tal punto que, la explotación, llegó a límites desconocidos.
No contentos con la devastación provocada, optamos porcerrar nuestros ojos ante el sufrimiento de nuestra propia especie y utilizamos como herramienta a quienes son nuestros semejantes; creamos una competencia por la prosperidad y discriminamos a todo aquelque no se ajustó a la vida modernizada del hombre blanco; humillamos y empobrecimos a quien no encajó en el sistema. No solo zanjamos el proceso cíclico y perfecto de la naturaleza, sino también laarmónica vida humana.
¿Es posible para mí denunciar los abusos cometidos por parte de mi especie hacia otras? ¿Es ético de mi parte criticar la explotación desmesurada de recursos cuando soybeneficiaria de la misma? Considero hipócrita reprochar cómodamente un comportamiento antropocentrista y no acompañarlo con prácticas que iluminen el sendero hacia una subsistencia solidaria en donde se...
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