carta a mi abuela

Querida abuela:
“ ! No me digas abuelita! Que ni que estuviera tan viejita, ni que fuera hija de vecino para que me hables así de feo, se siente como patada de mula en el estómago”. “A mi, háblame con cariño, como lo que soy, con respeto ¿me entendiste, escuincla?”
Y así, atendiendo a tu incomprensible petición y siguiendo tu ejemplo de prodigioso amor, no solamente a ti, sino a todos los quehe querido, siempre les he hablado con un cariño que solamente yo entiendo y que solamente yo percibo.
Desde niña te conocí como mi Mamá Chayo y desde entonces, en los momentos de inmensa furia que me provocaban tus arrebatos y tus llamadas a regaño, te insulté con la palabra que más detestabas, abuelita.
Rompiste tu promesa y te fuiste mucho antes de cumplir tus cien años. Quizá porque unbuen día decidiste que ya estabas harta de este mundo y que las palabras no son nada cuando no hay razón para vivirlas, para aguantarlas, para cambiarlas. O tal vez, quisiste saber si de verdad los que amaste se encontraban detrás de la puerta de la muerte para recibirte y quererte mejor que nosotros, los que dejaste aquí, los insensibles, los desapegados; tus nietos, tus hijos, tu familia a medias.O quizá fue solamente ese cáncer que te invadió los pulmones y que te fue quitando el aire poco a poco hasta arrancarte por completo la existencia. No lo sé, y quisiera que estuvieras para explicármelo, aunque sea con dichos, como me enseñabas todo.
Porque tú pudiste haber escrito una antología de los dichos mexicanos sin ningún problema. De todos los tesoros que me heredaste, el mejor fueron tusdichos y tu buen tino para decirlos. No hacía falta el sermón, ni los regaños de horas y horas, siempre supiste aplicar tu sabiduría de pueblo en el momento preciso para dejar bien clara la diferencia entre el bien y el mal, la sensatez y la estupidez, el trabajo y la holgazanería, lo vano y lo importante, la belleza y la fealdad; vamos pues, tus dichos explicaban hasta lo más complicado de lanaturaleza humana en tres patadas y vámonos a lo que sigue, que para eso te pintabas sola, eras un garbanzo de a libra.
Digo, sin temor a equivocarme, que el destino se encargó de reunirnos de la manera más inesperada. Empezamos nuestra larga convivencia justamente cuando para ti la vida parecía haber terminado y cuando para mí apenas comenzaba. A tus sesenta años, eras una completa desconocidapara mí que apenas cumplía once. Te fui descubriendo a través de relatos interminables y repetitivos de lo que fue tu infancia y me maravillé escuchando una y otra vez tus aventuras de niña campirana. Vislumbré las vivencias que te fueron formando en la mujer que sería mi abuela y tuve tiempo de verte, escucharte, analizarte y comprender tu carácter obstinado, tu inexplicable apego al ropero, laestufa, las fotos, los cuadros de santos que colgaban de las paredes de tu casa y tu sorprendente desapego hacia las personas y el mundo.
Sin darte cuenta, me ayudaste a complementar mi mente y mi corazón, porque contigo el mundo de blanco y negro se volvió de colores. Como en una máquina del tiempo, me llevaste de la mano de Los Panchos, Benny More, La Santanera, La Matancera, Los Tres Ases, JulioJaramillo y muchos más, a tu vida de madre joven y de viuda aún más joven todavía. Te contemplé por largo rato en tardes grises, frías y lluviosas, escuchando tu “fonógrafo del recuerdo” y pude comprender tus penas, tus alegrías, tus amores que no debieron ser y los que pudieron haber sido y nunca fueron. Te entendí y comprendí muchas cosas de mí misma y de los impredecibles ciclos de la vida.Tú, ahí sentada, bordando lienzos interminables de sueños, de recuerdos, de no sé qué. Con tu mirada viendo al infinito y en tu consola las notas de tu canción favorita: “Un sueño de tantos” con los Dos Oros. Y de pronto, tu voz de virgen diciendo “Escucha, esa canción estaba bien buena para cachondear.”
Descubrí en ti, a una mujer ávida de conocimiento y de mente más abierta de lo que...