Carta

Un día en que la nostalgia se apoderara de mí, podría escribir lo más triste que jamás hayas leido, pero tan sólo serviría para que me preguntases a quién va dirigido, tampoco te haría recapacitar esta noche, no te preguntarías qué pasaría si se continua este juego, y te acostarías pensando en lo simple que es todo lo nuestro. Tú apareciste como un sueño y el aire se posó sobre mis parpados,haciendo que me rindiera en algún rincón de ningún sitio, soñando con nada.

Nunca te he visto triste, aunque sí, supongo que alguna vez lo habrás estado. Lo que quiero decir es que tú eres esa clase de personas que siempre va con una sonrisa puesta. No entiendo cómo no enamoras a todo el mundo con esa sonrisa, porque a mí me atrapaste desde el primer momento. Tampoco nunca he visto que te rindierasa conseguir algo. Y mientras yo sigo escribiendo tu nombre como si fuera el único dato que tengo, porque esto se convirtió más que en una costumbre, más que en un recuerdo, esto se convirtió en mi forma de vida, se convirtió en un tormento.

Las calles que nos abrigaron en las tardes frías de otoño. Un abrazo de nocturnidad que pasó de ser un cálido momento a ser una eternidad candente. Y huí.Corrí tanto como pude, tan rápido que a veces, tenía la sensación de que mis piernas avanzaban solas. Y tú desapareciste. Entonces, mordiendo telarañas de caricias que sabían a tus recuerdos llegué a mi más temible conclusión: Me faltabas, y es que ahora incluso, me sobra todo lo demás. No cuadro en ningún sitio y nada me cuadra sin tus esquemas. El tiempo seguía, yo esperándote y tú no llegabas.Hasta que entendí que no debías llegar, que nunca hubo tal fuego, y que no desapareciste porque nunca estuviste ahí y eso me desgarraba. Es como el que su única espera se centra en la visión de una aurora boreal, aquello no podía ser eterno y yo lo desaproveché. No fue tanto un error nuestro como mío. Sólo un fallo de coordenadas, en las que la vida me ponía a mí en un punto y a ti en otroopuesto. Sé que era una mentira, pero era nuestra. Nuestra y de nadie más. Pude dejar de correr al sentir el frio de nuevo. No hubo más tardes de otoño, ni más calles por las que abrazarnos en las esquinas. Sentí que mi corazón se congelaba, no sé si por el frío o la decepción.

Mi vida sólo se compone de arcoiris desteñidos, castillos derrumbados, ilusiones fugitivas, pensamientos rasgados, cajonesdesalojados, frustración contenida, miradas inertes, corazón embarrado, guiños hipócritas, abrazos rotos, palabras vacías y promesas grises, casi negras. ¿Y aún sigo creyendo que volverás? Eso mismo me pregunto a diario.

Es como mover en ajedrez cuando estás en jaque mate y te acorralan, y no te quedan piezas para ayudar a salvarte, y te desesperas, y tú sólo te conduces a un estúpido suicidioque tú mismo te forjaste con tus incoherentes errores. Como entre la espada y la pared, como si de ti dependiera el cosmos y sin yo poder hacer nada para cambiarlo. Teniendo que decidir a ciegas con las manos atadas a la espalda y mordiéndome la voz. Y la maldita impotencia que me invade y se escurre entre cada recoveco de mi cerebro impidiéndome pensar, hasta que ya no me quedan lágrimas quellorar.

Dicen que somos esclavos de nuestras palabras y dueños sólo de nuestros silencios. Pero las palabras no dichas, no pronunciadas, no regaladas; son como el agua que se escapa entre las manos... Por más que junte los dedos, que me esfuerce en recuperar aquellas palabras, aquellas ideas, aquella sensación, aquel momento... Se escurre y se precipita, derramado en el suelo de las vidas que yanunca seremos capaces de vivir.

Y es que cuando estar enamorada significa sufrir, es que estoy amando demasiado. Ya no sé si prefiero que me duela a que me traspase, que me hagas daño a que me ignores. Supongo que eligo sentir. Opto una noche oscura y bella, sucia y hermosa, a un montón de días claros que no me digan nada. La mañana me sabe a dolor de cabeza. Me da sueño, me recuerda que soy...