Cartas a un Joven Sin Dios

I
Angustia juvenil

Querido amigo:
Tu carta me ha impactado porque a través de ella me
he visto a mí mismo a mis dieciocho o diecinueve
años, en la cálida Chihuahua, terminando la preparatoria, desgarrado, como tú —además de por las
innumerables vicisitudes de la vida cotidiana— por
las punzantes dudas… sobre si existe Dios.
Vaya problema, amigo.
Para su suerte, hay un montón de genteque ni siquiera se plantea la pregunta. ¿Será de veras cuestión
de suerte? Para otros —los más o los menos, qué importa— el tema es y será siempre parte consustancial
de nuestras vidas.
Qué carta más desgarradora me has enviado. ¿Cómo pudiste temer que fuera a desatenderla? Su punto
central me involucra sobremanera: ¿qué puede hacer
un joven como tú, a tu temprana edad, sin siquiera tener laclara decisión de qué estudiar, de a qué dedicar
tu vida, con esa constante y cosquilleante inquietud
permanente sobre la idea de Dios —o su equivalente, la Trascendencia, el Absoluto, la búsqueda de un
sentido más allá de nosotros mismos, o como quieras
llamarlo— y que no hace sino dilatar el vacío en el
que, me dices, vives?

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SOLARES

Tus preguntas me conmovieron: ¿incidirá esa falta
de fe religiosa en el rumbo a tomar? ¿Cómo organizar
tu vida a partir del descreimiento en Dios? Quizá la
solución sea superarlo, por decirlo así, relativizarlo y
elegir, a pesar de ello, alguna actividad para la que te
sentirás llamado tarde o temprano, con fe o sin ella,
porque intuyes que sólo ejercitándola —sea laque
sea— te sentirás realizado, de acuerdo contigo mismo y tu prójimo, volcado en lo mejor que posees,
sin la miserable sensación de estar desperdiciando tu
vida, aquí y ahora, con Dios o sin él.
No puedo menos que darte la razón y seguirte.
En especial porque yo no creo que los seres humanos
nazcamos con un destino programado desde nuestra
gestación, por obra del azar o de una caprichosadivinidad que distribuye aptitudes e ineptitudes, apetitos
y desganos. Creo que la fe religiosa, o la vocación por
alguna actividad, no es algo fatídico, inscrito en los genes. Puede haber una disposición, sí, innata o forjada
en la infancia, pero a partir de cierta edad —la tuya,
por ejemplo— el trabajo es todo nuestro, la famosa
elección de Sartre: un movimiento libre de la voluntad individualque decide el futuro de la persona, que
la construye, que se construye a sí misma.
Yo tuve la ventaja —o desventaja, según lo quieras
ver— de que estudié en una escuela de jesuitas. Sin
lugar a dudas, han sido algunos de los mejores educadores que ha habido en el mundo, por más que,
sin remedio, intentaran inducirnos hacia la fe católica e, incluso, cuando descubrían en el alumno ciertasupuesta vocación, hacia el seminario. ¿Podía haber

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JOVEN SIN DIOS

sido de otra forma? Recuerdo cuando, poco antes de
salir del segundo año de preparatoria, uno de los sacerdotes —quien por cierto impartía una espléndida
clase de literatura española—, me preguntó si…, en
fin…, no había yo pensado que a lomejor…, dada
mi sensibilidad y mi fe…, mi camino era por el rumbo del sacerdocio. Una ola de saliva amarga me subió
a la boca. Aún no entiendo bien a bien por qué me
sentí tan agredido. ¿Quizá porque se adentraba de
golpe y porrazo, sin ningún derecho, en un terreno
que aún era para mí tan íntimo y conflictivo? El caso
es que no encontré mejor respuesta que decirle… el
problema para mí era...,en fin…, en estos últimos
meses…, había perdido la fe… La había perdido del
todo, así, de golpe.
Entonces fue él quien se desconcertó y aún preguntó:
—¿Así de golpe, nomás?
—Sí, así de golpe. Una noche empecé a rezar mis
oraciones, pero tuve que detenerme porque supe que
ya no tenía fe.
No volvió a tocar el tema, se portó siempre muy
respetuoso, y lo único que hizo a partir de entonces...