Cartas
Mark Twain
Colección
Humor
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Dirección General: Marcelo Perazolo
Diseño de cubierta: Daniela Ferrán
Diagramación de interiores: Julieta L. Mariatti
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Primera edición en español en versión digital
© LibrosEnRed, 2011
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Índice
Introducción
5
La carta de Satanás
9
Carta II10
Carta III
15
Carta IV
21
Carta V
23
Carta VI
26
Carta VII
30
Carta VIII
36
Carta IX
41
Carta X
43
Carta XI
50
Acerca del autor
54
Editorial LibrosEnRed
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Introducción
El Creador se sentó sobre el trono, pensando. Tras de sí, se extendía el
continente ilimitado del cielo, impregnado de un resplandor de luz ycolor.
Ante Él, como un muro, se elevaba la noche del Espacio. En el cenit, Su
poderosa corpulencia descollaba abrupta, semejante a una montaña. Y Su
divina cabeza refulgía como un sol distante. A sus pies había tres arcángeles,
figuras colosales disminuidas casi hasta desaparecer por el contraste, con
las cabezas al nivel de sus tobillos. Cuando el Creador hubo terminado de
reflexionar,dijo:
“He pensado, ¡contemplad!”.
Levantó la mano, y de ella brotó un chorro de fuego, un millón de soles
maravillosos que rasgaron las tinieblas y se elevaron más y más y más lejos,
disminuyendo en magnitud e intensidad al traspasar las remotas fronteras
del Espacio, hasta ser, al fin, puntas de diamantes resplandeciendo en el
vasto techo cóncavo del universo.
Al cabo de una hora fue disueltoel Gran Consejo.
Sus miembros se retiraron de la Presencia impresionados y cavilosos,
dirigiéndose a un lugar privado donde pudieran hablar con libertad.
Ninguno de los tres quería tomar la iniciativa, aunque cada uno deseaba
que alguien lo hiciera. Ardían en deseos de discutir el gran acontecimiento,
pero preferían no comprometerse hasta saber cómo lo consideraban los
demás. Se desarrollóasí una conversación vaga y llena de pausas sobre
asuntos sin importancia, que se arrastró tediosamente, sin objetivo, hasta
que por fin el arcángel Satanás se armó de valor –del que tenía una buena
provisión– y abrió el fuego. Dijo:
–Todos sabemos el tema por tratar aquí, señores, y ya podemos dejar de
fingir y comenzar. Si esta es la opinión del Consejo…
–¡Lo es, lo es!–, expresaron Gabriely Miguel, interrumpiendo agradecidos.
–Muy bien, entonces, procedamos. Hemos sido testigos de algo maravilloso;
en cuanto a eso, estamos necesariamente de acuerdo. En cuanto a su valor
–si es que lo tiene–, es cosa que personalmente no nos concierne. Podemos
tener tantas opiniones como nos parezca, y ese es nuestro límite. No
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LibrosEnRed
Mark Twain
tenemos voto. Pienso que elEspacio estaba bien así, y que era útil, además.
Frío y oscuro, un lugar de descanso ocasional después de una temporada
en los agotadores esplendores y el clima excesivamente delicado del Cielo.
Pero estos son detalles de poca monta. El nuevo rasgo, el inmenso rasgo
distintivo es... ¿Cuál, caballeros?
–¡La invención e introducción de una ley automática, no supervisada,
autorreguladora, para elgobierno de esas miríadas de soles y mundos
girantes y vertiginosos!
–¡Eso es!– dijo Satanás. Ustedes perciben que es una idea estupenda.
Nada semejante ha surgido hasta ahora del Intelecto Maestro. La Ley –la
Ley Automática–, ¡la Ley exacta e invariable que no requiere vigilancia,
ni corrección, ni reajuste mientras duren las eternidades! Él dijo que esos
innumerables y enormes cuerpos se...
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