Casa Roja
Con reglas de juego correctas podríamos restaurar un crecimiento rápido y compartido
JOSEPH E. STIGLITZ 14 SEP 2014 - 00:01 CEST
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La recepción en Estados Unidos, y en otras economías avanzadas, del reciente libro de Thomas Piketty (El Capital en el Siglo XXI) da testimonio de la cada vez mayor preocupación sobre la creciente desigualdad. El librode Piketty refuerza aún más la colección ya abrumadora de pruebas sobre la vertiginosa subida de la proporción de ingresos y riqueza en la parte más alta de la distribución del ingreso y la riqueza.
El libro de Piketty, además, ofrece una perspectiva diferente sobre los 30 o más años posteriores a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial: ve a este período como una anomalía histórica, talvez causada por la inusual cohesión social que los eventos catastróficos pueden estimular. En dicha época de rápido crecimiento económico, la prosperidad fue ampliamente compartida, y todos los grupos avanzaron; sin embargo, aquellos grupos en la parte inferior vieron mayores ganancias porcentuales.
Piketty también arroja nueva luz sobre las “reformas” que promocionaron Ronald Reagan y MargaretThatcher en la década de los ochenta como potenciadoras del crecimiento del cual todos se beneficiarían. De manera posterior a dichas reformas sobrevino un crecimiento más lento y una mayor inestabilidad a nivel mundial, y además, el crecimiento que sí aconteció benefició en su gran mayoría a aquellos en la parte superior de la distribución.
Pero el trabajo de Piketty va más allá: plantea problemasfundamentales tanto sobre la teoría económica como sobre el futuro del capitalismo. Piketty documenta un gran incremento en el ratio riqueza/producción. En la teoría estándar, tales incrementos estarían asociados con una caída en el rendimiento del capital y un aumento en los salarios. Sin embargo, hoy en día el rendimiento del capital no parece haber disminuido, a pesar de que los salarios sídisminuyeron. (En Estados Unidos, por ejemplo, los salarios medios han disminuido alrededor de un 7% en las últimas cuatro décadas).
La explicación más obvia es que el incremento en la riqueza medida no corresponde a un incremento en el capital productivo —y los datos parecen ser consistentes con esta interpretación—. Gran parte del incremento en la riqueza provino de un incremento en el valor delos inmuebles. Antes de la crisis financiera de 2008, se pudo evidenciar en muchos países la presencia de una burbuja inmobiliaria; incluso hasta ahora, puede no se haya “corregido” dicha situación de manera completa. El aumento en el valor también puede representar la competencia entre los ricos por bienes que denotan una “posición” —una casa en la playa o un apartamento en la Quinta Avenida de laciudad de Nueva York—.
A veces, un aumento en la riqueza financiera medida corresponde a casi nada más que un simple desplazamiento desde la riqueza “no medida” hacia esa riqueza medida —y estos desplazamientos pueden, en los hechos, reflejar un deterioro en el desempeño de la economía en general—. Si aumenta el poder monopólico o las empresas (como, por ejemplo, los bancos) desarrollan mejoresmétodos para la explotación de los consumidores comunes, ello se mostrará como mayores ganancias y, cuando dichas ganancias se capitalizan, se mostrarán como un aumento en la riqueza financiera.
No obstante, cuando lo anteriormente detallado sucede, el bienestar social y la eficiencia económica por supuesto que caen, incluso de manera simultánea a un aumento oficial en la riqueza medida. Nosotrossimplemente no tomamos en cuenta la disminución correspondiente al valor del capital humano —es decir, no tomamos en cuenta la disminución de la riqueza de los trabajadores—.
Por otra parte, si los bancos tienen éxito en el uso de su influencia política para socializar las pérdidas y retener más y más del total de sus ganancias mal habidas, la riqueza medida en el sector financiero aumenta. No...
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