Casa
La década siguiente (1910-1920), mar-cada por laguerra civil y luchas partidistas, generó una mitología de construcción nacional alternativa y más poderosa que negaba las que consideraba ficciones, fantasías, falsedades y falacias delmodelo porfiriano. El Estado post-revolucionario, consciente de su papel en la construcción del Estado y la nación, negó y denigró la contribución del porfiriato y logró persuadir a México (y amás de tres generaciones de historiadores) de que los orígenes del México moderno se encontraban en la Revolución misma.
No es sino hasta tiempos relativamente recientes que se ha revisado esepoderoso mito de una construcción nacional exclusivamente revolucionaria y post-revolucionaria. El desarrollo del nuevo ambiente político que desafió la gastada retórica de reforma social yredistribución económica propagada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), culminó, a nivel nacional, en julio del 2000 con la primera derrota electoral del que fuera partidoestatal durante 71 años. Sería alentador pensar que las bases para esa transformación radical de la política nacional se encontraban en cambios de enfoque y estilo historiográfico entrehistoriadores profesionales (tanto dentro como fuera del país), pero eso equivaldría a asumir, con excesiva inocencia, que los historiadores tienen más poder e influencia que los que en realidad tienen.
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