Casa
Por: Javier Lozano
Mi amigo Juan es el tipo más imbécil del mundo. Porque estábamos él y yo en la universidad, porque eso sí éramos como uña y mugre, y a él le dio por llamar a Antonio, otro amigo nuestro. Cuando la chica que vendía los minutos, a decir verdad, no era nada del otro mundo. Pero a Juan no le pareció de esa manera porque al parecer se fijo en la chica, que sellamaba Carolina. Cómo yo estaba con él cuando la conoció, o mejor dicho la conocimos, supimos que era una chica de valores morales fuertes. En pocas palabras, resultó ser evangélica, cosa que supuse le desagradaría a mi amigo, ya que él era muy inteligente. Pero me equivoqué a la hora de juzgar, porque sus creencias religiosas solo eran un aditamento para llegar a quererla más. Expresó él cuandoyo le dije que no se metiera con una hembra tan cerrada de cuerpo y mente, pero él como todo el que se enamora no hizo caso.
En fin, pasaban los días y él se seguía viendo con la tal Carolina, que como todo el que es evangélico, quiere meterle a Dios por los cinco sentidos a todo el que se le acerca. por su parte él era feliz yendo a la iglesia a su lado. Eso lo sé porque cuando nos veíamoshablaba de Carolina con una cara de idiota que incluso llegué a envidiar; hasta que un día le sucedió lo que le sucede a todo romance de verano. Le llego el invierno, a razón de que Carolina no era de esta ciudad, era de Bogotá, y por cosas de la vida su padre no pudo costearle más sus estudios. Por eso ella regresó a la capital, y mi amigo quedó hecho un pelele, pasando de la más completa felicidada la más absoluta tristeza. Así se pasaba los días y los meses, llamándola por teléfono, pero ella siendo más razonable y fuerte que mi amigo Juan, lo hizo entrar en razón diciéndole que una relación a distancia no resultaría provechosa para ninguno, cosa que por otro lado no fue nada fácil para los dos. Sin embargo, Juan no se dio por vencido e intentó por todos los medios viajar a Bogotá, perodesistió, porque de tanto llamar a Carolina esta optó por cambiar de número y olvidarse de una buena vez de él.
Cada vez que veía a Juan, parecía como un autista. Yo le preguntaba cómo estaba, pero él me contestaba que extrañaba a Carolina. Definitivamente no era para nada el Juan que yo alcancé a conocer. Así que para que se sacara a Carolina de la cabeza, lo llevé a tomar unos cuantos tragosen un bar del centro de la ciudad, cosa de la que me arrepentiré el resto de mi vida, porque cuando nos disponíamos a ir a dicho bar. Un muchacho de tez negra, que estaba repartiendo volantes, se acercó a nosotros y nos entregó uno a cada uno. Yo miré el mío y lo tiré porque no creo en esas tonterías. Pero al parecer Juan en su desespero, leyó detenidamente el volante que decía que la hermanaIsimena le devolvía al ser amado en una semana, que sacaba los malos espíritus y que le conseguía el trabajo deseado en tres días. Consulta gratis y otras tantas bobadas de esa índole. Juan que no sé qué pensaba en ese momento guardó en el bolsillo de su pantalón el volante, mientras nos dirigíamos al bar a tomarnos algo.
Días después estábamos en la casa de una chocoana que se llamaba Isimena. Cómoera de esperarse Juan insistió en ir y yo para que no fuera solo a un barrio tan peligroso le acompañé. La señora, al entrar nos dijo que no le dijéramos nada, que ella al mirarnos a la cara nos diría a que íbamos a verla y aunque yo no creo en esas patrañas, nos sorprendió la respuesta que nos dio, porque nos dijo que el motivo que nos llevaba hasta allá era el amor a una mujer. ¡Puedenimaginarse cuál fue la reacción de Juan al saber que dicha mujer sabía lo que hacía! Así que, sin más tapujos, Juan le preguntó si ella podía hacer que la mujer que el amaba volviera, cosa a la que ella respondió con una afirmación.
-Pero solo lo puedo hacer si me dice el nombre completo, el día de nacimiento, y si me consigue algún objeto personal de ella, mucho mejor- dijo-, esto último para que el...
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