casadors
Páginas: 22 (5379 palabras)
Publicado: 30 de junio de 2013
LA FLECHA DE VALENTINE
—¿Sigues estando furioso?
Alec, recostado en la pared del ascensor, lanzó una mirada iracunda a Jace.
—No estoy furioso.
—Ah, sí lo estás.
Jace hizo un gesto acusador a su hermanastro, luego dio un grito
de dolor al sentir una fuerte punzada en el brazo.
Tenía todo el cuerpo dolorido por los violentos golpes que había
recibido aquella tarde al caer tres pisos através de unos suelos de
madera podrida y aterrizar sobre un montón de chatarra. Hasta
tenía los dedos magullados. Alec, que hacía muy poco que había dejado las muletas que había tenido que usar tras la pelea con Abbadon, tenía un aspecto comparable a lo mal que se sentía Jace. Su ropa estaba cubierta de barro y los cabellos le colgaban en mechones
lacios y sudorosos. Un largo corte ledescendía por el borde de la
mejilla.
—No lo estoy —insistió Alec, apretando los dientes—. Sólo porque tu dijeras que los demonios dragones estaban extintos…
—Dije que estaban extintos en su mayoría.
Alec le señaló con el dedo.
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—Extintos en su mayoría —replicó con la voz temblándole de
ira— es no lo bastante extintos.
—Entiendo —repusoJace—, pues haré que cambien lo que pone
en el libro de texto de demonología, de «casi extintos» a «no lo bastante extintos para Alec. Él prefiere a sus monstruos realmente, realmente extintos». ¿Contento?
—Chicos, chicos —intervino Isabelle, que había estado examinándose el rostro en la pared de espejo del ascensor—. No os peleéis.
—Se apartó del espejo con una sonrisa radiante—. Muy bien,hubo
un poco más de acción de la que nos esperábamos, pero a mí me ha
parecido divertido.
Alec la miró y meneó la cabeza.
—¿Cómo te las arreglas para no mancharte nunca de barro?
Isabelle se encogió de hombros con un gesto filosófico.
—Soy pura de corazón. Repele la mugre.
Jace lanzó tal risotada que ella lo miró con cara de pocos amigos.
Él agitó los dedos cubiertos de barro en sudirección. Las uñas eran
medias lunas negras.
—Mugrienta por dentro y por fuera.
Isabelle estaba a punto de replicar cuando el ascensor se detuvo
con un chirrido de frenos.
—Ya es hora de hacer que arreglen esto —comentó mientras
abría violentamente la puerta.
Jace salió tras ella al vestíbulo, con ganas ya de desprenderse de la
armadura y las armas y darse una ducha caliente. Había convencido asus hermanastros para que salieran de caza con él, a pesar de que ninguno de ellos se sentía totalmente a gusto saliendo solo ahora que
Hodge ya no estaba allí para darles instrucciones. Pero Jace había deseado la inconsciencia de la lucha, la dura diversión de matar y la
distracción de las heridas. Ellos le habían acompañado, arrastrándose
por mugrientos túneles de metro abandonados hasta queencontraron
al demonio dragonidae y lo mataron. Los tres trabajando juntos en
perfecta sincronía, como siempre lo habían hecho.
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Jace se bajó la cremallera de la cazadora, se la sacó y la colgó de
uno de los ganchos de la pared. Alec se había sentado en un banco
bajo de madera junto a él, y estaba quitándose las botas cubiertas debarro mientras tarareaba desafinando por lo bajo para hacer saber a
Jace que en realidad no estaba tan molesto. Isabelle se quitaba las
horquillas de la larga melena oscura, dejándola caer.
—Estoy hambrienta —dijo—. Ojalá mamá estuviera aquí para
cocinarnos algo.
—Es mejor que no esté —repuso Jace mientras se desabrochaba
el cinturón de las armas—. Ya nos estaría chillando por cómo hemosdejado de sucias las alfombras.
—En eso tienes razón —dijo una voz fría. Jace se volvió en redondo, con las manos aún en el cinturón, y vio a Maryse Lightwood en
la entrada con los brazos cruzados.
Maryse llevaba un adusto traje negro de viaje, y los cabellos,
negros como los de Isabelle, estaban recogidos en una gruesa cola
que le colgaba hasta la mitad de la espalda. Sus ojos, de un azul...
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