CASO DORA
CASO DORA:
El cuadro clínico.
Luego de haber demostrado, en La interpretación de los sueños (publicada en 1900), que los sueños son interpretables, y que una vez completado el trabajo interpretativo pueden sustituirse por unos pensamientos formados intachablemente e insertables en un lugar consabido dentro de la trabazón anímica, en las páginas que siguen querría dar un ejemplo del único usopráctico que el arte de interpretar sueños parece admitir. Ya expuse en mi libro la manera en que se me plantearon los problemas del sueño. Me salieron al paso mientras yo me empeñaba en curar psiconeurosis mediante un particular procedimiento psicoterapéutico: los enfermos, entre otros sucesos de su vida anímica, me contaban también sueños que parecían reclamar su inserción en la trama, de tanlarga urdimbre, entre un síntoma de la enfermedad y una idea patógena. En esa época aprendí el modo de traducir el lenguaje del sueño a expresiones de nuestro lenguaje conceptual, comprensibles sin más ayuda. Y puedo afirmar que este conocimiento es indispensable para el psicoanalista, pues el sueño constituye uno de los caminos por los cuales puede llegar a la conciencia aquel material psíquicoque, en virtud de la aversión que suscita su contenido, fue bloqueado de la conciencia, fue reprimido, y así se volvió patógeno. En síntesis: El sueño es uno de los rodeos por los que se puede sortear la represión {desalojo}, uno de los principales recursos de la llamada figuración indirecta en el interior de lo psíquico. El presente fragmento del historial de tratamiento de una muchacha histéricaestá destinado a ilustrar el modo en que la interpretación del sueño se inserta en el trabajo del análisis. Al mismo tiempo, me permitirá exponer al público por primera vez, con una amplitud que ya no deje lugar a más malentendidos, una parte de mis opiniones sobre los procesos psíquicos y las condiciones orgánicas de la histeria. Y por la prolijidad ya no tengo que disculparme, desde que seconcede que los grandes requerimientos que la histeria plantea al médico y al investigador sólo pueden satisfacerse con el mayor ahondamiento y dedicacíón, y no con un altanero desdén. En verdad:
«No arte ni ciencia solas;
¡paciencia pide la obra!».
Si comenzara por presentar un historial clínico sin lagunas y completo, de antemano pondría al lector en condiciones enteramente diversas a las habitualespara el observador médico. Lo que los parientes del enfermo informan -en este caso, el padre de la muchacha de 18 años- ofrece, casi Siempre, un cuadro muy desfigurado del curso de la enfermedad. Es cierto que yo inicio después el tratamiento pidiendo que se me cuente toda la biografía y la historia de la enfermedad, pero lo que me dicen ni siquiera me alcanza para orientarme. Este primer relatoes comparable a un curso de agua atajado en parte por masas rocosas, y en parte interrumpido por bancos de arena que le quitan profundidad. No puede sino asombrarme el que los autores hayan podido suministrar historiales clínicos tan exactos y redondos sobre sus pacientes histéricos. En realidad, los enfermos son incapaces de dar sobre sí mismos un informe de esa clase. Sin duda, pueden informar almédico de manera suficiente y coherente sobre tal o cual período de su vida, pero viene después otro período para el cual sus noticias se empobrecen, quedan lagunas y enigmas; y aun otras veces nos enfrentamos a épocas totalmente oscuras, no iluminadas por ninguna comunicación utilizable. Los nexos, hasta los ostensibles,están las más de las veces desgarrados, y la secuencia de los diversoshechos es incierta; durante el relato mismo, el enfermo corrige repetidas veces un dato, una fecha, tal vez para volver de nuevo, tras mucho vacilar, a lo que enunció primero. La incapacidad de los enfermos para dar una exposición ordenada de su biografía en lo atinente a su historial clínico no es sólo característica de la neurosis; por otra parte, tiene considerable importancia teórica. En efecto,...
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