caso

El pozo de petróleo que hasta hace unos años suponía una concesión para operar máquinas
recreativas, casinos y bingos se ha convertido en una máquina de perder dinero. Un informe confidencial
de lapatronal sectorial –COFAR– así lo confirma. El conjunto del sector del juego privado empleaba en
2007 a 50.000 personas, mientras que cinco años después esa cifra no llega a los 44.000 empleosdirectos;
la facturación en ese periodo ha experimentado una evolución similar, pasando de 5.384 millones de euros
a menos de 3.900 millones. La crisis económica, que limita la renta disponible de losespañoles dedicada
al ocio, junto a otros fenómenos ha sido la puntilla al sector.
Especialmente llamativa es la caída del segmento de los bingos (una reducción de más del 50%) y
de los casinos, que pasaronde tener unos ingresos de 557 a 330 millones de euros. En este tiempo el casino
de Torrelodones ha tenido que recortar plantilla en más de 300 personas y reducir servicios a todas las
escalas. Además,se han cerrado algunos de los más importantes a nivel nacional como: San Roque (Cádiz),
Villajoyosa (Alicante), Panticosa (Huesca) y el de Menorca.
Las máquinas tragaperras en bares y restaurantestambién caen en picado. No hay que olvidar que
pagan una media al fisco de 3.600 euros al año por máquina, independientemente de su facturación e
ingresos.
Los empresarios del sector se quejan al unísonode la alta fiscalidad que padecen, una media del
50% en los ingresos brutos, y de sufrir unos reglamentos rígidos y diversos; en este sentido, el juego y su
regulación es una competencia transferidaa las comunidades autónomas, que ven en este sector una
oportunidad única y fácil de llenar la caja a cambio de nada.
Últimamente ha aparecido en escena la ley antitabaco. Las compañías, conscientesde lo que se
les venía encima con esta ley, intentaron por todos los medios conseguir una “excepcionalidad” a la norma,
como ocurre en otros países de nuestro entorno. Los dirigentes políticos y...