catequeris
Páginas: 20 (4911 palabras)
Publicado: 8 de mayo de 2014
COMPARTIR MESA - RECORDAR - ENTREGAR - ANTICIPAR
«TRAGARSE» A JESÚS - BENDECIR- está hecha mirando aquello
que en la celebración de la Eucaristía aparece recordado,
representado, dicho y recibido y que puede ir configurando la vida
de los que participamos en ella. En realidad, más que de «acceso»
habría que hablar de «circularidad»,porque tratar de vivirlos nos
adentra en la Eucaristía; pero es el misterio que allí celebramos lo
que de verdad nos reenvía a vivirlos en nuestra existencia
cotidiana.
Llamo «elementales» a estos verbos en la misma perspectiva de
estas preguntas que también lo son:
«¿Cómo se puede explicar el hecho -dice J.M. Castillo- de que
una persona se pase gran parte de su vida comulgando adiario y,
después de muchos años recibiendo cada día a Jesús en la
Eucaristía, resulte que tiene los mismos defectos que al principio, o
incluso que tenga defectos y faltas más importantes que cuando
empezó a comulgar? ¿Cómo se puede explicar que tanta gracia,
acumulada durante tantos años, no se note, al menos de alguna
manera, en la vida concreta de esa persona?» 2.
«¿Cómo es posible-se pregunta A. Paoli- que, en países de
mayoría católica, mucha gente piadosa que frecuenta la Iglesia, que
todos los días recibe la Eucaristía y que habla de Cristo y adora a
Cristo, viva indiferente ante la injusticia y la desigualdad y, más aún,
contribuya con sus opciones políticas y económicas a mantener
cada vez más la desigualdad y la injusticia?» 3.
No me considero capaz decontestar a la radicalidad de esas
preguntas. Solamente pretendo provocar una reflexión que puede
hacerse en ámbito comunitario y que al menos nos ayude a
planteárnoslas con un poco más de honradez.
1. Tener hambre
EU/COMIDA: EU/DESEO/HAMBRE: En una asamblea
numerosísima de religiosas en una casa en medio del campo,
celebraba la Eucaristía un obispo. Todo estaba resultando extremadamente solemne, las rúbricas eran escrupulosamente
observadas, y la homilía versaba sobre la Iglesia Una, Santa,
Católica y Apostólica, a razón de diez minutos por nota. En el jardín
había una algarabía de pájaros acomodándose en los árboles al
atardecer, y me distraje pensando que si estuviera Jesús sentado
entre los fieles, como laico que era, a lo mejor se habría levantado y
lehabría pedido con muchísimo respeto al obispo si no le importaba
callarse un momentito para que todos pudiéramos escuchar a los
pájaros. Eso me inundó de consolación, que llegó a su cumbre
cuando, en el ofertorio, el que ayudaba a misa tropezó, empujó el
cáliz, se derramó el vino, y la agitación que provocó hizo que
aquello empezara a parecerse a una cena de verdad.
Y es que a fuerza deestilizar los símbolos, de respetar los ritos y
de cuidar la liturgia, corremos el peligro de olvidar que en el origen
de lo que celebramos hubo una cena de despedida, y que a lo que
estamos invitados es, no a un espectáculo, ni a una representación,
ni a una conferencia, sino a una comida fraterna.
Y, para comer, lo primero que uno necesita es tener hambre.
Esta realidad, estremecedora endos tercios de nuestro mundo y
que tendría que quitarnos el sueño al tercio restante, tiene mucho
que ver con un cierto «estado de vigilia» que mantiene despierto el
deseo.
De entre todas las estrategias pastorales de las que echamos
mano a la hora de motivar a la gente para que participe en la
Eucaristía (y de motivarnos nosotros, que buena falta nos hace),
quizá ésta de invitar acontactar con la autenticidad del deseo sea
de las más olvidadas. Y, sin embargo, es la que toca la zona más
honda de nuestro ser.
Lo que ocurre es que requiere un trabajo de poda que no
siempre estamos dispuestos a hacer, porque al Deseo con
mayúscula lo debilitan y lo adormecen los pequeños deseos
parásitos que se encarga de inocularnos una sociedad especialista
en generarlos. Y...
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.